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Doce argumentos para no despenalizar la prostitución
El comercio sexual es una explotación de la mujer y la mayoría de ellas lo ejercen contra su voluntad


Fuente: ForumLibertas



Entre las razones para rechazarla, el comercio sexual es una explotación de la mujer y la mayoría de ellas lo ejercen contra su voluntad; promueve el tráfico de inmigrantes; supone un claro riesgo para la salud y la seguridad; y es un gran negocio para los proxenetas y la industria del sexo

Amnistía Internacional (AI) se ha sumado recientemente a quienes postulan despenalizar la prostitución y ha presentado un plan en el que plantean hacerlo en todo el mundo. En ese documento, que considera que la expresión sexual es una necesidad primaria y que la venta de sexo "es un trabajo", se "respalda la total despenalización de la industria sexual".
 
Sin embargo, son muchas las razones por las que la prostitución no debe ser despenalizada. En una información publicada por ForumLibertas.com este miércoles sobre la iniciativa de AI se exponían algunas de ellas, con las que vienen a coincidir una serie de colectivos, incluso feministas, y actrices de la talla de Meryl Streep, Charlize Theron, Anne Hathaway, Kate Winslet y Emma Thompson.

Y es que, al igual que todos quienes defienden la legalización del comercio del sexo, AI no va al fondo de la cuestión, es decir el motivo real por el que una mujer llega a prostituirse, y que tiene mucho que ver con el tráfico de mujeres, muchas de ellas incluso menores de edad.

Veamos ahora doce argumentos concretos para no despenalizar la prostitución:
 
1.  La mayor parte de las prostitutas ejercen dicha actividad contra su voluntad: por necesidad, por engaño, porque son inmigrantes y no tienen permiso de residencia, porque han caído en manos de mafias y proxenetas.
 
2.   La prostitución es un acto contra el derecho natural: consiste en que una persona (normalmente un hombre) compre a otra persona (normalmente una mujer). El comercio sexual es una explotación de la mujer por parte del hombre y contraviene el principio de igualdad de hombres y mujeres.
 
3.  La prostitución puede ser considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. De hecho, la mayoría son forzadas a iniciarse, castigadas por “infracciones”, aisladas, humilladas por sus proxenetas o clientes.
 
4.   La prostitución es ante todo un gran negocio, que a menudo se mueve en la opacidad fiscal, del que principalmente sacan partido los proxenetas, los traficantes y la industria del sexo, mientras que las prostitutas sólo reciben una pequeña parte del dinero que generan.
 
5.  La legalización y despenalización total de la prostitución implica necesariamente la expansión del negocio y el aumento del tráfico de inmigrantes, a menudo menores, para su explotación.
 
6.   El castigo al cliente es una medida efectiva que reduce considerablemente la actividad y que se equipara al castigo a los consumidores de pornografía infantil, en aras de la protección de las mujeres y los menores, respectivamente, colectivos que necesitan de una especial protección. En ese sentido, dignificar la prostitución no equivale a dignificar a la mujer.
 
7.   El ejercicio de la prostitución callejera supone graves problemas de seguridad, salubridad y riesgo para el público en general y también para clientes y prostitutas, por lo que cualquier legislación sobre la materia ha de contemplar, entre otras medidas, la prohibición absoluta de ejercer dicha actividad en la vía pública.
 
8.  Las prostitutas son normalmente víctimas de un sistema que no les ofrece alternativas laborales dignas para salir de su situación. Es imprescindible dedicar recursos económicos suficientes para reintegrar a las prostitutas que quieran abandonar su profesión en la sociedad. La mayoría de ellas entra en el comercio del sexo como resultado de una “estrategia de supervivencia”, más que por “elección” racional.
 
9.  La prostitución, en todo caso, debería quedar relegada al ámbito de la privacidad, a una relación libre voluntaria entre dos personas sin trascendencia pública alguna y sin repercusión en el espacio público ni en la seguridad ciudadana.
 
10.  Cuando las barreras legales desaparecen, también desaparecen las sociales y éticas con respecto al hecho de tratar a las mujeres como productos. Estamos enviando el mensaje a las nuevas generaciones de hombres de que las mujeres son productos sexuales, subordinadas, y de que la prostitución es una forma de diversión sin riesgo.
 
11.  Prostituirse es sinónimo de venderse. El tráfico de seres humanos debería erradicarse en todo el mundo a estas alturas del S.XXI, igual que se acabó con la esclavitud. Es humillante para la dignidad de una persona: ante el exceso de ''servicios sexuales'' para los hombres, las mujeres tienen que competir dedicándose al sexo anal, sexo sin condón, relaciones de esclavitud y dominación y otras tendencias.
 
12. La prostitución acarrea una claro riesgo para la salud, ya que la mayoría de los hombres prefieren no usar preservativos (Raymond and Hughes: 2001). Además, la imposición de las políticas en torno a la utilización del condón se deja en manos de las mujeres que están en la prostitución, y la oferta de dinero extra es una presión insistente.

 









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