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La evangelización tiene consecuencias sobre nosotros mismos

Evangelización humana, no producción en cadena
A veces pensamos que evangelizar conlleva realizar una serie automática de acciones y actividades que informan a otras personas de la existencia de Dios, Cristo y la Iglesia.


Por: Nestor Mora Núñez |



A veces pensamos que evangelizar conlleva realizar una serie automática de acciones y actividades que informan a otras personas de la existencia de Dios, Cristo y la Iglesia. No cabe duda que al evangelizar informamos, pero la información no le es todo. No podemos reducir la evangelización a trasmitir sentimientos y emociones o a la realización de acciones y actividades. La evangelización no es un proceso automatizado en donde nosotros, de forma casi indiferente, nos dedicamos a realizar actos automáticos. Esta visión mecanicista parte de una perspectiva basada en la producción en cadena.

Nuestros sistemas educativos, por desgracia, están fuertemente influenciados por una visión mecanicista de nuestras actividades y vivencias. Pensamos en las personas como en productos y en nuestras acciones, como secuencias repetitivas que consiguen un fin por sí mismas. El fordismo (proveniente de Henry Ford) ha impregnado la vida social que hasta tal punto que la evangelización intentamos realizar a través de su modelo.

Como es lógico, cualquier intento de evangelización en cadena está abocado al fracaso. De nada valen las planificaciones, medios materiales, medios de comunicación, marketing, porque lo que fascina al ser humano no son las estructuras carentes de vida.

"Lo que fascina es sobre todo el encuentro con personas creyentes que, por su fe, atraen hacia la gracia de Cristo, dando testimonio de Él. Me vienen a la mente aquellas palabras del Papa Juan Pablo II: «La Iglesia tiene necesidad sobre todo de grandes corrientes, movimientos y testimonios de santidad entre los “fieles de Cristo”, porque de la santidad nace toda auténtica renovación de la Iglesia, todo enriquecimiento de la inteligencia de la fe y del seguimiento cristiano, una reactualización vital y fecunda del cristianismo en el encuentro con las necesidades de los hombres y una renovada forma de presencia en el corazón de la existencia humana y de la cultura de las naciones» (Benedicto XVI, Discurso a los obispos de Portugal 13/5/2010)

La pregunta que nos podemos hace es: ¿Estamos dispuestos a este encuentro con otras personas? Si lo que buscamos son métodos y secuencias mecánicas, la evangelización desaparece por completo. La evangelización tiene consecuencias sobre quien evangeliza, porque debe llevarle a convertirse a Cristo en el día a día de su vida. Tiene consecuencias, porque te lleva a solicitar la Gracia de Dios que nos conduce y santifica. Evangelizar debería ser parte de la vida de todo cristiano, porque si no se evangeliza no se termina de ser cristiano.



Seguramente se nos pasa por la mente algo evidente: tratar con personas nos lleva siempre a encontrar problemas. Nada más cierto y maravilloso. Esos problemas y desencuentros son los que nos que nos conducen al Señor. Nos ayudan a ser humildes. Nos muestran que no podemos estar demasiado tiempo sin hacer nada, dentro de grupos que viven para ellos mismos.

Desechemos la producción en cadena de cristianos. No iremos muy lejos empleando los mismos métodos que la sociedad utiliza para sus intereses egoístas







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