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Movimientos y Asociaciones

Entrevista a Carlos Jariod, autor de S.O.S. Educación. Raíces y soluciones a la crisis educativa (Digital Reasons)
La emergencia educativa está asociada con la crisis educativa que padecemos. Es deseable un pacto educativo. Pero desde el momento en que se ve la educación como un arma ideológica, la escuela se convierte en una institución política y no formativa. En ese contexto es imposible el pacto. No hay visos de que en España esta situación varíe. Más bien creo que se acentuará en los próximos años.


Por: Luis Javier Moxó Soto | Fuente: Catholic.net



Profesor de filosofía de un Instituto de Toledo y profesor invitado de teoría educativa en el instituto de Ciencias Religiosas de la misma ciudad. Interesado por la educación, ha presidido la Federación toledana de CONCAPA durante cuatro años y es cofundador y presidente de la asociación toledana de profesores Educación y Persona.

 

 

 

Carlos Jariod ha publicado en formato digital el título “S.O.S. Educación. Raíces y soluciones a la crisis educativa (Digital Reasons)” de plena actualidad.



Cada vez más niños y adolescentes necesitan más límites y afecto verdaderos y eficaces al mismo tiempo; la competencia y evaluación docente es cada vez más controlada burocráticamente, mientras que el descontento y la desmotivación vocacional aumentan; por otro lado muchos padres desconocen su papel, o no están del todo presentes, en la formación integral de sus hijos y desubicados pretenden hacer dejación de sus funciones en expertos pedagógicos y médicos.

Carlos, ¿cuándo ha comenzado a diagnosticarse la “emergencia educativa” en España, cuál ha sido su síntoma más preocupante y qué futuro puede preverse a la educación en nuestro país a medio y largo plazo?

El concepto de “emergencia educativa” surge de la reflexión realizada por Benedicto XVI y se extiende a todo el ámbito educativo: familia, escuela, universidad, Iglesia, medios de comunicación. Es verdad, con todo, que Benedicto pone el acento en la institución familiar y en la escuela. Por lo demás, con ese concepto se preocupa por describir no solo la transmisión de la fe y de conocimientos objetivos, sino el conjunto de principios de conducta o valores que propician la práctica de una vida virtuosa y una vida de fe.

Por todo lo anterior la emergencia educativa está asociada con la crisis educativa que padecemos. Yo situaría los comienzos de esa crisis con la aprobación en 1990 de la LOGSE, que supone la configuración del sistema educativo según los patrones de lo que se puede llamar “las nuevas pedagogías”. Desde ese año nuestros colegios e institutos han experimentado un proceso de degradación paulatina, cuyos síntomas más evidentes son la falta de autoridad de los docentes, la redefinición del significado de enseñar, el papel de la dirección de los centros como meros gestores de recursos públicos, el aburrimiento generalizado de nuestros alumnos y el hartazgo de muchos buenos profesores. Además de lo anterior, la falta de conocimientos suficientes y hábitos de estudio de muchos de nuestros alumnos.

No me atrevería a indicar cuál puede ser nuestro futuro inmediato. Las incógnitas políticas son muy grandes. La LOMCE, en mi opinión, apunta a una dirección correcta en dos aspectos de relevancia: crear una cultura de la evaluación, que no existe y es imprescindible, y romper con el principio de comprensividad (es decir: todos estudiando lo mismo hasta los dieciséis años).



 

¿Cuáles son los puntos más fuertes o positivos y más débiles o negativos de la Educación en el ámbito familiar y en el académico? ¿Existe una falta de colaboración entre uno y otro debido a la falta de comunicación y formación, además de exceso de prejuicios entre ambos, por ejemplo? 

El aspecto más negativo en el ámbito familiar es la reducción de las relaciones matrimoniales y paterno-filiales a lo meramente afectivo: el amor es un sentimiento que en cualquier momento desaparece para ser sustituido por otro afecto (pasarlo bien, gusto por el dinero, comodidad, etc.), dejando a un lado todo lo que suponga renuncia o sacrificio. Esto es muy propio de una sociedad hedonista como la nuestra.

En lo positivo destacaría que la crisis familiar está suponiendo en muchas familias una revalorización de la importancia de la institución. Frente al Estado, la familia vuelve a ser ese ámbito seguro en el que el individuo –no solo los hijos- vive en un hogar.

Respecto a la institución escolar, lo negativo es que cada vez hay más docentes, familias y alumnos que sospechan o desconfían de ella, especialmente en la enseñanza estatal. Se ha extendido un escepticismo generalizado sobre la institución escolar. Esto es una tragedia. Lo positivo es que aún hay excelentes profesionales dispuestos a dar lo mejor de sí mismos.

La colaboración entre familia y escuela es compleja. Depende de cada escuela y de cada familia. En general, muchos padres dejan a sus hijos en el colegio o en el instituto sin preocuparse por colaborar y muchos docentes ven a los padres como un incordio cuando se hacen presentes. Es un campo en el que hay que progresar.

 

¿Está pendiente una reforma en profundidad, que obligue a legisladores y burócratas de la Educación a tener más en cuenta la realidad y problemática concretas de las aulas y los centros educativos, para no perder tanto tiempo en papeleo (quizá muchas veces inútil), y ser más prácticos, efectivos, en el trabajo diario con los alumnos?

Una de las consecuencias de “las nuevas pedagogías” es la burocratización de la enseñanza desde los años noventa. Procede del ideal pseudocientífico del control de todas las variables educativas; esto obliga al docente y a los centros docentes a la elaboración de todo tipo de documentación que ahoga a directores, jefes de estudios y docentes. Esta obsesión por el control exhaustivo pervive en la LOMCE. Personalmente no veo que nuestros políticos se vayan a desprender de este modelo cientifista.

 

¿Se puede decir que actualmente existe también cierta distancia, desconexión o ruptura entre los ámbitos de formación escolar y la capacitación que nuestra sociedad necesita? ¿Los distintos procesos de evaluación europeos actuales sobre la calidad de enseñanza son realmente significativos o habría que apostar por otro tipo de informes o pruebas más eficaces y realistas?

Parece que nuestro sistema educativo no ofrece lo que la sociedad pide. Pero esto es un asunto difícil. Si nos referimos, por ejemplo, a una formación adecuada al mercado laboral, nuestra formación profesional, aunque mejorable, hace progresos sustanciales. Esos “desajustes” o distancia entre el sistema educativo y el mercado laboral son muy naturales y lógicos, puesto que el mercado laboral es mucho más dinámico que el sistema educativo.

Sobre los sistemas de evaluación europeos, que se han convertido en oráculos para políticos y periodistas, hay que decir que lo que miden lo hacen con unos criterios muchas veces sesgados e ideológicos. Yo soy crítico con ellos. Sin embargo, en absoluto son inútiles: ayudan a medir y eso es importante. Otra cosa son las interpretaciones que hacen a lo que miden y las conclusiones que sacan.

 

¿Qué le ha aportado a usted reflexionar y escribir este libro en la mejora de su formación y práctica docente? ¿Qué novedades ha descubierto desde su visión y experiencia?

La escritura es un ejercicio de confrontación con uno mismo y con la experiencia de otros. Supone distancia para ver con suficiente claridad; implica una actitud crítica con la experiencia propia y con la reflexión que otros ya han efectuado. En mi caso el libro es la materialización de ideas, intuiciones y preocupaciones de hace años, algunas de las cuales ya había enunciado cuando escribía en el Suplemento de Educación de la página web ReligionenLibertad. El libro me ha ayuda a comprender mi experiencia y la de otros colegas. Y principalmente me ha ayudado a reafirmar mi convicción de que la institución escolar es clave en la configuración de nuestra sociedad y de la identidad de nuestros jóvenes. El papel del docente es por ello capital.

 

¿Las distintas reformas educativas que hemos tenido hasta ahora han mejorado real o sensiblemente la calidad de la enseñanza? ¿Alguna en concreto habría merecido una vigencia mayor de la que ha tenido? ¿Es realmente muy difícil o casi imposible llegar a un pacto, o consenso, educativo entre los partidos políticos actuales?

Las reformas educativas no han sido más que versiones de lo mismo: el sistema educativo que surge de la LOGSE. Ni siquiera la LOCE, ley del gobierno de Aznar, supuso cambios muy significativos en el modelo implantado anteriormente. Se habla mucho de las muchas reformas educativas; sin embargo, el único modelo existente ha sido el socialista implantado en la década de los noventa. Incluso la LOMCE actual es una modificación en un único artículo de ciertos aspectos de la LOE, pero en absoluto la deroga.

Por supuesto es deseable un pacto educativo. Pero desde el momento en que se ve la educación como un arma ideológica, la escuela se convierte en una institución política y no formativa. En ese contexto es imposible el pacto. No hay visos de que en España esta situación varíe. Más bien creo que se acentuará en los próximos años.

 

Acerca del público objetivo de su libro, ¿quién le gustaría que lo leyera preferentemente: educadores, padres, políticos, otros profesionales..? ¿Cuál sería su principal mensaje, sugerencia o llamada de atención a cada uno de esos colectivos?

 

Yo siempre he creído que el libro es como un hijo: pasado un tiempo, tiene vida propia; es la vida del que es portador a través de lo que los padres le han enseñado, pero también de la vida que es comunicada por quienes tratan con él. El libro posee un contenido que es responsabilidad del autor, pero lo que pueda enseñar o provocar en el lector depende de éste, de su bagaje intelectual, de sus preocupaciones e inquietudes. También de sus prejuicios. Por ello, no tengo preferencia por un lector especial. No por ser padre o docente el libro va a ser más “útil”; en algunos casos, puede suceder lo contrario. Desde luego no está pensado para un grupo especial.

El mensaje fundamental del libro es que una buena educación es una educación buena, respetuosa con la naturaleza humana de toda persona y cuyo objetivo básico es el desarrollo de nuestros deseos más profundos de Bien, Verdad y Belleza. Todo lo que se aparte de eso supone una desfiguración de lo que la educación puede aportar al hombre. La familia y la escuela deberían estar al servicio de tan ambiciosa tarea.







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