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¿Traición o soberanía?
Los planes de Dios a veces no pueden ser comprendidos por la mente humana


Por: Maleni Grider | Fuente: ACC – Agencia de Contenido Católico



En los treinta y dos años que llevo de conocer a Jesucristo, y de reconocerlo en mi vida como Señor y Salvador, he visto muchas situaciones, muchas oraciones contestadas, mucha gente sanada, otros salvados de sus propias pasiones, otros arrancados de las garras de las drogas, otros liberados de cadenas poderosas, y también he visto algunas tragedias, historias tristes, situaciones inexplicables.

Hace dos meses, mi primo entró al hospital con un dolor abdominal, lo operaron de un supuesto absceso grande, mismo que no encontraron al abrirlo. Empezó a recuperarse y repentinamente empeoró, sin embargo, al hacer estudios, todo salía normal: la tomografía, estudios de sangre, hígado, todo bien. Los doctores no se explicaban qué tenía, por qué dejó de comer, de hablar, de levantarse.

Durante nueve semanas, mi esposo y yo oramos día y noche por él, llamábamos casi a diario y su hermana le ponía el teléfono en el oído para escuchar las oraciones, o ella oraba con nosotros. Mejoraba y empeoraba; finalmente, mientras los estudios seguían saliendo normales, él mejoró. Lo iban a dar de alta la siguiente semana, pero una bacteria lo atacó veinticuatro horas después, y fue tan agresiva sobre su organismo débil que lo tumbó. Tuvieron que entubarlo para que pudiera seguir respirando. Luego de una semana más de lucha con antibióticos, su corazón dejó de latir.

Para nosotros, que siempre tuvimos fe en que se mejoraría y saldría del hospital, ha sido un golpe fuerte. Él tenía sólo cuarenta y nueve años. Su historia en el hospital es inexplicable, su muerte, para mí, también lo es. Cuando Dios tiene otros planes, cuando la respuesta a nuestras oraciones es no, cuando ocurre lo que más tememos, tenemos dos opciones: enojarnos y sentirnos traicionados, abandonados por Dios, o bien, reconocer su soberanía sobre todas las cosas, adorarlo y mantener nuestra paz con Él.

Es especialmente difícil cuando tenemos que dejar ir a un ser querido, cercano. Aceptar que no va a ser sanado, que va a morir, o que ya murió. El sentimiento es que Dios no escuchó nuestra oración, que no quiso hacernos el favor que pedimos, pero nuestras emociones son engañosas. Los planes de Dios a veces no pueden ser comprendidos por la mente humana, nuestra naturaleza finita no es apta para contemplar los propósitos de Dios en su totalidad: “Pues sus proyectos no son los míos, y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes”. Isaías 55:8 y 9



Sin embargo, todos sabemos que Dios es todopoderoso y soberano, y puede hacer cualquier cosa. No es que no pueda, o que no quiera complacernos sino hacernos sufrir. El hecho es que Él tiene otros planes. Él está en control de todas las cosas, nada se escapa a su voluntad, excepto nuestra decisión de pecar contra Él. Nos dio libre albedrío para escoger entre el bien y el mal. Así pues, somos libres de decidir si darle la espalda o seguirlo después de una situación dolorosa o devastadora.

Jesús nunca nos aseguró que nunca sufriríamos si creíamos en Él. Lo que nos dijo fue: “Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tendrán tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo”. Juan 16:33

Él venció porque es poderoso y soberano, fue levantado de la tumba, reina hoy y reinará por siempre. Repito: Jesús resucitó, fue levantado con el poder de su Padre, quien lo hizo Rey. Estamos muy cerca del viernes de la Pasión de nuestro Señor. Mi esposo y yo elegimos, en esta situación dolorosa, inexplicable, someternos a las decisiones de Dios, creerle a nuestro Padre, confiar en que Él tiene un propósito grande para todo esto, especialmente para lo que no podemos comprender. Decidimos seguirlo y amarlo y honrarlo por todo lo que Él ha hecho y lo que no ha hecho. Él ya ha respondido a nuestras oraciones.

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