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Soy así
En mí hay fuerzas profundas que necesitan sólo un poco de confianza para salir


Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net



Quizá hay en nuestras vidas momentos en los que nacen reflexiones como éstas.

“He intentado cambiar mil veces. Y mil veces he fracasado. Lo más fácil es dejar las cosas como están: soy así.

Soy así, molesto con mis familiares, perezoso en mis deberes, indiferente ante mi fe católica, cobarde frente a las críticas de los demás. Soy así, incapaz de resistir a ciertas tentaciones de la carne, de la gula, de la ira, de la envidia. Soy así, egoísta por definición, preocupado siempre por lo mío: mi salud, mi bienestar, mis cosas, mis gustos.

Soy así. Me resulta muy fácil repetir esta frase una y otra vez, como si mi voluntad se hubiese marchitado, como si mis ilusiones se hubiesen apagado, como si ya no quedase en mí el menor deseo de superación y de mejora.

Soy así... Pero también descubro que, cuando quiero algo difícil, puedo. Cuando me propongo un esfuerzo especial para mejorar mi imagen ante los otros, o para atender a mi padre anciano al que quiero de verdad, o para visitar a un amigo que siempre ha sido fiel conmigo... Entonces salen de lo más hondo de mí mismo energías escondidas, y cambio un poco.

Puedo hacer mucho más de lo que pienso. Quizá he optado por sentarme sobre mi pereza, pactar con mi mediocridad, rendirme ante lo fácil. Quizá he sepultado bajo cenizas esa llama del espíritu que es capaz de cosas grandes y buenas, por encima de complejos, miedos, cansancios, apatías. Quizá he enterrado el hacha de la voluntad para no crearme problemas y seguir adelante con el menor esfuerzo, con esos pobres resultados que caracterizan mi vida estéril.

Sé, sin embargo, que mis excusas no anulan el fuego que se esconde dentro de mí. En mí hay fuerzas profundas que necesitan sólo un poco de confianza para salir, para demostrarme que puedo ser distinto.

Soy como soy porque no he querido vivir, en serio, el amor, ni trabajar a fondo en la conquista de mí mismo. Soy así porque hasta ahora me olvidé de Dios y de tantos corazones buenos que sueñan y desean que yo cambie, que dé nuevos pasos para ser bueno, para romper con ese vicio, para pedir ayuda a un sacerdote, a un médico, a un amigo; para empezar a ser distinto...

Soy así... pero no quiero vivir por más tiempo entre fracasos. Hoy puede ser el inicio de una vida nueva. Dios espera y tiende una mano. Puedo levantarme y dar el primer paso...”

 

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