Menu



Demos gracias a Dios por haber sido elegidos para defender y luchar por este hermoso y sagrado sacramento

Ser defensores valientes del matrimonio
¡Nunca permitamos que llegue a nosotros el desaliento y nos atribule para no seguir la misión que Dios nos ha confiado de defender el sacramento del matrimonio y la unidad de la familia!


Por: Luce Bustillo-Schott | Fuente: Catholic.net



Dios nos ha expresado que su voluntad es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Sobre el matrimonio fue muy explícito diciendo no al divorcio y que quien se case con alguien divorciado está cometiendo adulterio.

De ahí podemos inferir que si un matrimonio tiene dificultades, lo que nos corresponde es trabajar intensamente para restaurarlos en el amor a Dios y entre los cónyuges.

Si los esposos desean ajustarse a la voluntad de Dios, su vocación es buscar la santidad a través del sacramento, para que el día que tengan que darle cuentas a Él, puedan mostrar cómo han trabajado por el cónyuge y la relación y así ambos puedan participar del Reino de los cielos, dando un testimonio coherente a los hijos y a la sociedad, del amor a Dios y entre ellos.

Nunca, nunca dejemos de luchar... ¡Nunca permitamos que llegue a nosotros el desaliento y nos atribule para no seguir la misión que Dios nos ha confiado de defender el sacramento del matrimonio y la unidad de la familia!

Así como hay un solo Dios, un solo Señor, una sola Iglesia, así los esposos, cuando recibimos la bendición de Dios, nos transformamos en una unidad, al hacernos un solo cuerpo, una sola carne, según Sus promesas de ser uno, hasta que la muerte nos separe.



No permitamos que las corrientes del mundo nos engañen justificando el egoísmo de buscar la aparente felicidad con otra persona, construyendo esa relación sobre el dolor del cónyuge e hijos abandonados. La única y verdadera felicidad solo se logra en la unidad con Cristo y en cumplir Sus mandamientos y sacramentos.

La unicidad e indisolubilidad matrimoniales son mandato directo de Cristo, son Palabra de Dios, y apartarse de ellas es desobedecer la voluntad divina. Al desobedecer al Señor entramos en pecado y nos alejamos de Dios.

Muchos matrimonios se separan por relaciones extramaritales que pueden evitarse buscando la ayuda de la gracia. La ruptura proviene de la fragilidad humana y de la resistencia a la gracia, pero cuando esa debilidad se convierte en repetida, en hábito de vida consciente y auto justificado, estamos convirtiendo el pecado en vicio. El adulterio cuando se establece haciéndose estable u oficial es más grave, aleja de Dios, nos lleva a vivir en tinieblas.

Lo que nos inspira a defender el sacramento en esta lucha incansable, es la salvación de las almas y es lo que el mundo hoy no entiende aceptando cualquier nueva relación por una felicidad pasajera sin pensar en la salvación eterna.

Danos, Señor, la gracia de perseverar en la defensa del sacramento del matrimonio a quienes has elegido para dar a conocer al mundo la indisolubilidad, la grandeza, la profundidad y la sacralidad que tiene quien lo recibe por primera vez, siendo un vínculo imposible de romper, pues no hay poder humano que separe lo que Tú has unido en los esposos, cuando han recibido Tu bendición.



Que sigamos con fe y paciencia, con la esperanza de las promesas Tuyas dadas a los esposos, y así poder ser restaurados. Daremos entonces testimonio de que lo que es imposible para el hombre, es posible para Ti, y Tú nos darás a saborear de los segundos vinos, los mejores, desde las tinajas llenas de tu gracia.

Demos gracias a Dios por haber sido elegidos para defender y luchar por este hermoso y sagrado sacramento, de ser parte de Su plan para la salvación de muchas almas, especialmente la de nuestros esposos y nuestros hijos.

Pidamos a Dios aumente nuestra fe y fortalezca nuestro espíritu, para seguir aún contra corriente, y glorificarlo con testimonios de amor, verdad y justicia de muchos matrimonios unidos nuevamente y tener hogares luminosos que han podido saber esperar en medio del dolor, las angustias, las tormentas, sabiendo que Él siempre es fiel y tiene la última palabra.

Que nuestra Madre María interceda por nosotros para que nos ayude a decir SÍ, entre estos hombres y mujeres valientes que han decidido defender el sacramento del matrimonio. Que nos dé la gracia de la paciencia y perseverancia con la misma humildad de ella, aceptando la misión que Dios le asignó, con fe y confianza.
 
“Todos nuestros sacrificios son como un río subterráneo: no lo vemos porque corre por debajo de la tierra, pero por arriba los árboles crecen y dan frutos. La indisolubilidad es como el canal unido al corazón de Cristo Esposo con los dos cónyuges y es nuestro deber rezar para que Dios haga fluir su gracia hacia el otro, lejos física y afectivamente, pero aún unido en el espíritu de Dios mismo” (Ma.Pia Campanella).

 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |