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¡Jesús, Señor mío, dame un corazón semejante al Tuyo!

Un corazón semejante al Tuyo… don de Amor y Misericordia
El Sagrado Corazón de nuestro Señor es un corazón traspasado. Nosotros solemos pedirle que nos dé un corazón semejante al Suyo. ¿Qué implica esta petición? ¿Sabemos lo que estamos pidiendo?


Por: Leopoldo Sayegh LC | Fuente: http://lcblog.catholic.net



El Sagrado Corazón de nuestro Señor es un corazón traspasado. Nosotros solemos pedirle que nos dé un corazón semejante al Suyo. ¿Qué implica esta petición? ¿Sabemos lo que estamos pidiendo?

Hay una conocida analogía entre tener un corazón de piedra y tener un corazón de carne. Un corazón de piedra es un corazón que no siente, un corazón duro y frío, un corazón indiferente… ¡No hay nada más lejano al Corazón del Señor! Un corazón de carne quiere decir un corazón vivo, un corazón que late y siente, un corazón que quiere y por eso puede llegar a amar. Sobre todo esto último. Pero el Corazón de Jesús no es solamente un corazón de carne. En ese sentido la imagen se queda corta. No es que sea poca cosa, pero basta tener algo de compasión y comprensión, de piedad y empatía para tener un corazón de carne.

El Sagrado Corazón va más allá. Entonces, ¿qué es lo que pedimos? Pedimos un corazón traspasado. El simple hecho de decirlo impone respeto y reverencia. Estar traspasado es estar herido con una herida muy profunda. Tan profunda que pasa de lado a lado. Una herida así le hace sumamente vulnerable pues está abierta por dentro y por fuera. El corazón de piedra es frío e insensible, el corazón de carne siente y quiere, el corazón herido se compadece con misericordia y ama. Al contemplar este corazón descubrimos:

1. Un corazón abierto. La herida del corazón traspasado es una herida que no cicatriza. Es una llaga abierta como una puerta incluso después de su Resurrección. Dejar una puerta abierta es invitar a entrar. El Sagrado Corazón está siempre abierto porque quiere dejar entrar. ¿Dejar entrar a quién? Dejar entrar al amado. Dejarle pasar tal y como es. Sin ninguna condición. Sin ninguna restricción. El misterio de su herida es estar abierta y no poder cerrarse. Si pudiera cerrarse, el amado podría temer encontrarla cerrada en alguna ocasión. Pero no cierra, porque de ella mana incesantemente sangre y agua. Agua que purifica y sana. Sangre que fecunda y da vida. ¡Manantial perenne de Misericordia! La Misericordia es la primera clave de lectura para entender este corazón.

2. Un corazón sensible. Se trata de un corazón que llora al ver al prójimo llorar, se duele ante el dolor del otro y goza con su alegría. Es un corazón compasivo. Es un corazón que lograr penetrar lo más profundo de los sentimientos y los afectos del otro. Sólo ama el que conoce. Por eso su corazón sensible. El Sagrado Corazón quiere conocer a fondo nuestros corazones. De ahí que se alegre y sufra con nosotros. Su deseo es penetrar lo más íntimo de nuestra intimidad y desde allí amarnos dándose a nosotros. ¡Fuente inagotable de Amor! He aquí la segunda clave para entender el Sagrado Corazón: el Corazón de Cristo es un corazón amante.



Amor y Misericordia. En el fondo se trata de lo mismo. Amor misericordioso que es Misericordia amorosa. Si un corazón de carne puede amar, un corazón traspasado no puede no amar. ¡Amor desde la Misericordia! La Misericordia que nace de la herida abierta hace tan sensible al Sagrado Corazón que le lleva a no dejar de amar. Es el profundo don de un corazón traspasado.

¿Pedir un corazón semejante al Suyo? Difícil petición. No puede pedirse sino con el corazón en la mano… así como el Suyo. Corazón que se ofrece por misericordia en el amor para amar más. Corazón que no teme la lanza, sino que la invita a acercarse.

 







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