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El Borde del manto, para un encuentro entre la Iglesia y los medios
Carta pastoral a cargo de Mons. John Foley, en la que nos dice qué tipo de relación debe darse entre la Iglesia y los medios de comunicación. Así como el tipo de trabajo a emprender para evangelizar en ellos.


Por: Mons. John P. Foley | Fuente: Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales



EL BORDE DEL MANTO

Para un encuentro entre Iglesia y medios de comunicación

INTRODUCCIÓN



El borde del manto de Jesús

1. La multitud se reúne en torno a Jesús y lo apremia desde cualquier parte. De pronto Jesús pregunta: ¿Quién me ha tocado? Los discípulos le decían: Ves que la gente te está apretujando ¿y preguntas quién te ha tocado? El miraba en torno para descubrir a la que lo había hecho. La mujer, asustada y temblando, pues sabía lo que le había pasado, se acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad. El le dijo:- Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y sigue sana de tu dolencia.

Queridísimos lectores de esta Carta pastoral, el año pasado he titulado la Carta programática 1990-1991 Effatá, Abrete refiriéndome a la curación del sordomudo ( cf. Mc 7,31-37). En ella leía el icono de una sociedad que necesita ser curada por los propios bloques comunicativos. Este año, continuando con el mismo tema, tomo como milagro emblemático de Jesús el de la curación acaecida en el simple contacto del borde del manto. ¿Por qué?

El tema de este año son los medios de comunicación de masas ( prensa, radio, TV). He pensado mucho en cómo poner en relación los instrumentos técnicos de nuestra época con el mensaje de Jesús. Y mi imaginación se ha sentido atraída por esta página evangélica. Leo en ella tres realidades que caracterizan nuestra civilización, tan condicionada por los medios de masas: la masa, la persona y la comunicación.

Ante todo la masa: es la multitud anónima que rodea a Jesús. Muchos lo tocan incluso físicamente, y no sucede nada; no se distingue a ninguno, nadie asume un papel de relieve; ninguno aparece con un rostro o un deseo propio. Es la imagen de las masas que se cualifican como disfrutadores pasivos de los medios de masas.

Entre la masa hay una persona emerge. Tiene un proyecto, una voluntad precisa y sobre todo una gran fe. Jesús le dirá: Hija, tu fe te ha salvado. Tiene tanta confianza en Jesús que piensa que con sólo tocar el manto, se curará. Por eso, estando metida en la misma multitud, vive un proceso de intensa "personalización", entra en contacto auténtico con Jesús, contacto del que el mismo Jesús es consciente y hasta lo dice públicamente. De la masa ha salido una persona.

Este emerger de la persona ha acaecido mediante la comunicación de curación que hace Jesús a la mujer. Pero, a diferencia de otras veces en las que la comunicación es directa ( Jesús habla, ordena, toca), aquí es suficiente el borde de su manto para establecer la posibilidad de un encuentro.

2. ...También mediante los medios de comunicación social es posible una verdadera comunicación humanizante y salvífica. Es necesario favorecer el proceso de salida de la masa para que las personas dejen de ser disfrutadores anónimos de los mensajes y de las imágenes masificadas y entren en una relación personal como receptores dialogantes, activos y vigilantes.

¿Cómo es posible que no se abran verdaderos canales comunicativos en el ámbito de la comunicación interhumana, de la comunicación entre Iglesia y sociedad, de la comunicación entre las personas humanas y el Misterio divino?, ¿ cómo es posible que mediante mi televisor ( entendido como el símbolo de los demás medios) entre yo en contacto con la fuerza salvadora de Jesús?


¿Maldición o don? Pequeña digresión sobre el significado "teológico" de mi televisor.
3. Al escribir esta carta sobre los medios, alguien me decía: Si tiene la intención de escribirla, grite en voz alta contra el daño causado por la TV en las conciencias.

Ciertamente hablaré. Estamos convencidos de que los medios y, en particular, la TV tienen un poder que puede ser destructivo, nefasto y engañoso. Sin embargo me he sentido impulsado a iniciar mi Carta con una imagen positiva por estos dones de Dios, colocando como fondo el manto de Jesús. La imagen de este texto evangélico me lleva a hacer un diálogo entre el televisor y el manto de Jesús.

Respuestas a la pregunta de maldición o don



a) La Trinidad en la Cruz y la comunicación



4. En Effetà he visto el modelo supremo de la comunicación porque es el momento en el que Dios se comunica a los hombres: el misterio pascual de la cruz y de la resurrección.

La Trinidad en la Cruz ha sido el icono concreto en el que he querido inspirarme para sondear la profundidad de la comunicación interpersonal querida por Dios: como el Padre permite que su Hijo vaya a la muerte en un gesto de suprema gratuidad, y el Hijo obedece por amor a nosotros, así la comunicación entre los hombres exige gratuidad y acogida y debe desarrollarse en un clima de reciprocidad y libertad de las que es testigo el Espíritu Santo en su relación con las Personas divinas. Estas relaciones forman y constituyen la verdadera comunicación interhumana.

Este compromiso del Dios trinitario en su comunicación al hombre revela ya de por sí el valor intrínsecamente bueno de todo acto comunicativo y, por consiguiente, el valor de todo instrumento de comunicación que tiende a mediar o a multiplicar tal acto. Y si Dios se revela agape en su comunicación, es decir, amor gratuito que no se encierra en sí mismo, sino que exige darse sin condiciones y reservas, la bondad última de todo acto comunicativo entre los hombres reside en su participación en esta caridad divina. La comunicación establece entre los seres humanos relaciones de solidaridad, que expresamos con la imagen de Dios impresa en la criatura.

Si es verdadero que el designio de salvación del Padre abarca todo lo que existe, y la misión del Hijo y del Espíritu Santo reúnen la completa realidad creada, todo medio comunicativo posible entre los hombres puede ser adoptado por el Dios trinitario para unir el corazón del hombre. Por eso, incluso un televisor puede evocar la imagen del borde del manto de Jesús Salvador del hombre.

De hecho, todo lo que ha sido creado lo ha sido por el designio salvífico divino para gloria de Dios Padre, que al fin será todo en todos ( 1Cor 15,28). Todo lo que existe ha sido creado con vistas a Jesús y por medio de él (Col 1,16) y ha sido asumido y salvado por él.

También trabaja el Espíritu Santo que sopla donde quiere y que puede servirse de todo para cumplir su obra. Todo medio creado de comunicación puede elegirse y utilizarse por Dios como su vida para llegar al corazón del hombre...Una visión pesimista, que juzgue de partida negativamente los medios, se opone a esta visión de fe, que motiva una esperanza de fondo respecto al planeta de los medios.

Tal lectura no es ni mucho menos un optimismo ingenuo: en el centro del designio divino de salvación está la Cruz de Cristo, que es el juicio del pecado del mundo. Aunque Dios lo pueda elegir todo para reunir a la persona humana en su conciencia y libertad, todo lo que existe bajo el sol puede falsearse por el uso que se haga de la libertad del hombre, sellada por el pecado.

Es el carácter ambivalente de toda realidad humana, incluso la de aquella que se expresa en las formas de la comunicación de masas: si ellas pueden responder al designio divino y acercar a Cristo al corazón humano y el corazón del hombre al de Cristo, bajo la acción del Espíritu Santo acogido o escuchado con una conciencia recta, igualmente pueden ser instrumentalizados por los poderes de este mundo y convertirse en funcionales para intereses gravemente contrarios a la voluntad de Dios.

Los medios de masas pueden llegar a ser el borde del manto no solamente lleno de polvo, sino arrancado del vestido de Cristo. Pueden utilizar su poder hasta hacer caer a la persona en una especie de esclavitud que depende de quienes los gestionan. Piénsese en las posibilidades de manipulación de la información y en los condicionamientos que se pueden ejercer en la opinión pública y en las elecciones éticas y políticas. Por eso, un optimismo de fondo hacia los medios de masas suscita y promueve una vigilancia atenta y el ejercicio del discernimiento crítico.


b) Lenguaje humano y comunicación divina en la historia

5. La segunda consideración mira al hecho de que Dios ha hablado con palabras humanas y se ha revelado con gestos y eventos que forman parte de la historia de este mundo. Esta dato demuestra cómo el Señor no ha desdeñado las formas de la comunicación humana, antes bien las ha revelado plenamente en sí mismas.

Se podría decir que, desde que Dios ha hablado con palabras y hechos humanos, estamos seguros de que las palabras y eventos de este mundo son aptos para ser vehículos de su comunicación, capaces de transmitir su amor, su verdad y su vida mediante los pobres términos y gestos limitados de nuestra experiencia. Los medios de masas, en la variedad de lenguajes usados por ellos ( verbal, imágenes, sonoro, gestual, vibraciones y emociones) son medios potenciales en los que el Verbo no desdeña vivir, bordes de su manto, a través de los cuales se puede transmitir su poder salvador.

Incluso aquí no debemos esconder las posibles ambigüedades: el lenguaje humano no los agota. Dios es más grande que las palabras y los gestos del hombre; los medios de masas, en su mejor utilización, tienen de todos modos una capacidad relativa y limitada.

El borde del manto nos lleva a la Persona que lo lleva puesto. Podría quitárselo cuando ya no le vale. Los medios de masas son medios y no fines, realidades instrumentales, penúltimas y no últimas, que podrían esconder y obstaculizar el camino de lo verdadero, pero incluso cuando estuvieran abiertas a ella, no la agotarían del todo.

Esta premisa teológica, un poco larga, me permite hablar ahora con mayor soltura y libertad del encuentro posible entre el hombre y Dios mediante los medios de masas, y consiguientemente, del posible encuentro entre la Iglesia y el planeta de los medios de comunicación social. Lo haré sobre todo imaginándome a mí mismo y a cada uno de vosotros en diálogo con el televisor encendido ( primera parte).

Después de habernos entretenido un poco en la sala de estar, saldremos de casa para andar ( segunda parte); e iremos siempre juntos para juntarnos en un satélite, desde el que observaremos nuestro pequeño mundo ( tercera parte). Pero no os preocupéis, al final volveremos a casa sanos y salvos y enriquecidos en el corazón.

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