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¿Miedo de hablarle a una chica bonita?
3 consejos y un increible video


Por: Rafael Pérez del Solar | Fuente: catholic-link



Seamos sinceros… vivimos en un mundo que nos dice que mientras más te aproveches (afectiva o sexualmente) de las mujeres (y en mayor número, mejor) más hombre eres. Lamentablemente esta forma de pensar se impregna cada vez con mayor fuerza en las mentes y en los corazones de muchos que así van traicionando sus profundos anhelos de querer, cuidar, respetar y amar a una mujer para siempre.

Quizás, el cortometraje que presentamos en este post, cuenta la historia de un hombre que experimenta esos “profundos anhelos” de acercarse a una chica que le atrae pero no se atreve a hacerlo. A partir de esta historia quiero presentar tres temas con respecto a la relación de pareja que considero valiosos: la atracción, la idealización de las relaciones y la masculinidad.

San Juan Pablo II, antes de ser elegido Papa, escribió un libro genial llamado Amor y Responsabilidad, que presenta desde una perspectiva muy encarnada (y cristiana) la sexualidad centrada en el amor. Recomiendo su lectura a quien lea este post y esté interesado en reflexionar desde una perspectiva católica sobre estos temas.

En ese libro se explica que la atracción es la parte primera, natural y obvia en las relaciones entre hombre y mujer:

El análisis general del amor ve su primer elemento en el atractivo. Hemos dicho que el amor significaba una relación mutua de dos personas, de la mujer y del hombre, fundado en su actitud respecto del bien. Dicha actitud tiene su origen en el atractivo. ´Gustar´ significa más o menos ´presentarse como un bien´. La mujer puede fácilmente parecerle un bien al hombre y viceversa.



Es valioso comprender que el hecho de que exista una atracción indica la posibilidad de un bien, y el comenzar a actuar orientándome hacia ese “bien descubierto” que es la otra persona significa ir caminando hacia el amor. Por eso se hace muy importante construir las relaciones con paciencia, esperanza, prudencia y valentía para saber actuar según corresponda.

Sin embargo, como bien se muestra en el video, esa determinación para “construir” se ve obstaculizada cuando nos enredamos en proyecciones e idealizaciones acerca de una relación. Entonces caemos en innumerables “tal vez sí, tal vez no”, “y si le digo que…”, “y si me dice aquello”, que nos mantienen en una contradictoria “comodidad” y nos llevan a no actuar de acuerdo a lo que en el fondo anhelamos. Nos pasa esto por guardar en nuestra mente y corazón temores injustificados, faltas de reconciliación, miedo al rechazo o al qué dirán, etc. Esta situación la vemos muy bien reflejada cuando el protagonista del cortometraje afirma: “Tal vez ella es todo, solo que no para mí”.

Muchas veces tenemos buenas intenciones, queremos una relación seria, que perdure, que apunte a lo alto, pero tenemos que estar determinados y ser realistas. Entender que no todo será perfecto, saber resolver los problemas siendo quienes somos y actuando de acuerdo a nuestras convicciones más puras y profundas. Es decir, tener un proyecto basado en nuestros anhelos y metas por alcanzar, pero con cimientos reales .

Es valioso comprender que el hecho de que exista una atracción indica la posibilidad de un bien, y el comenzar a actuar orientándome hacia ese “bien descubierto” que es la otra persona significa ir caminando hacia el amor.

Finalmente es importante hablar de lo que significa la verdadera masculinidad, el ser auténticamente hombres. Para ello daré tres criterios, quizás no muy aceptados por la “cultura” actual, pero muy valiosos y trascendentales en toda relación (también al inicio): la pureza, el servicio y  la reverencia.



Los hombres de verdad entienden que las mujeres no son “objetos de colección” y, por lo tanto, no las utilizan para satisfacer sus propias necesidades carnales (incluso si ellas mismas no se respetan, lo que también sucede). Si miramos nuestro corazón nos damos cuenta de que queremos algo más sólido, más consistente. Por eso se hace muy importante la vivencia de la pureza.

• El amor no es una autosatisfacción egoísta que busca el propio bienestar. Cuando uno ama a alguien quiere la felicidad de la persona amada. Esto no es otra cosa que buscar su bienestar más allá de lo material, su reconciliación interior, su equilibrio emocional. Una actitud de servicio generoso y desinteresado nos ayudará a alcanzarlo.

La reverencia no es otra cosa que aquello que siempre nos reclaman las mujeres cuando hablan de la famosa “caballerosidad”, pero dándole un sentido más hondo y espiritual. Este es el presupuesto de todo amor verdadero, pues abre nuestros ojos al valor profundo de la otra persona y a sus necesidades (los tan mencionados “detalles”) y se expresa en el valor que se le da a esa otra individualidad que comienza a formar parte de mi vida.

Para concluir: ¿Por qué no seguir la corriente del mundo de hoy y “hacer lo que todos hacen” en lo que a las relaciones con las mujeres se refiere? Jason Evert nos da una respuesta interesante en su libro Masculinidad Pura: “Adopta esa actitud en el deporte y nunca serás seleccionado para un equipo. Inténtalo en los estudios y nunca llegarás a la universidad (o con tu trabajo y nunca saldrás adelante). Inténtalo en tu matrimonio y el divorcio será inevitable. Inténtalo como papá y tus hijos te guardarán rencor. Hemos sido creados para vivir algo más grande que nosotros mismos”.

Espero que estas reflexiones puedan ayudar en especial a los hombres (pero también a las mujeres -para que nos entiendan un poco más- y así aportar a las vidas de aquellas personas que quieren dejar los “quizás” para convertirlos en una hermosa realidad que les permita vivir la felicidad de una vida en fidelidad y pureza con la persona amada.







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