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Libro de Josué
Encuentran pruebas de la Destrucción de Jasor.


Fuente: ACIPRENSA



Dos científicos dieron a conocer un estudio en el que revelaron detalles sobre la imagen de una cabeza de faraón hallada en Tierra Santa que sería la evidencia arqueológica que confirmaría la veracidad de un suceso narrado en el libro de Josué, el sucesor de Moisés.

El texto narra la conquista y destrucción de la ciudad de Jasor a manos de los israelitas hace 3300 años. Este hecho es descrito en el libro de Josué 11, 10-14.

En ese entonces esta urbe, ubicada en el norte de Israel, era la más importante del pueblo cananeo y su rey, Iabín, era vasallo de Egipto.

El pasaje indica que Josué “se apoderó de Jasor y mató a su rey con la espada, porque Jasor había sido antiguamente la cabeza de todos aquellos reinos. También pasó al filo de la espada a todos los seres vivientes que había en ella, consagrándolos al exterminio total. No quedó nada con vida, y Jasor fue incendiada”.

La cabeza del faraón fue descubierta en ese lugar por los arqueólogos en 1995 y fue reconstruida posteriormente.



En un estudio recogido en el libro "Hazor VII: Las excavaciones de 1990-2012, la edad de bronce", publicado en 2017 por la Sociedad de Exploración de Israel, los egiptólogos Dimitri Laboury y Simon Connor señalaron que el estilo artístico de la imagen sirvió para determinar la época en la que fue elaborada.

Indicaron que “las características faciales representadas en la pieza de Jasor son típicas de la 5ª Dinastía (del 2500 a.c al 2350 a.c), aunque no parece posible determinar con certeza qué rey representa” y afirmaron que fue elaborada cerca de unos mil años antes de su destrucción.

Supieron que se trataba de un antiguo rey egipcio porque la persona representada usa una pequeña peluca que “está coronada por un uraeus, la cobra solar que se eleva por encima de la frente del faraón en la antigua iconografía egipcia”.

Laboury y Connor manifestaron que “la cabeza se separó del resto de la escultura antes de ser destrozada”. “Es interesante que ninguna otra parte de la estatua a la que perteneció originalmente (la cabeza) se haya recuperado en ese lugar”, añadieron.

“La mayoría de los bordes rotos son afilados, lo que sugiere, junto con el hecho de que la cabeza podría ser reconstruida casi por completo, que se había roto cerca del lugar donde se encontró. El borde de la oreja derecha muestra fracturas meteorológicas, lo que sugiere múltiples fases de daño”, describieron.



En ese sentido, destacaron que la mutilación de las cabezas era una práctica usual de la época cuando se invadía una ciudad.

“La historia de la estatua seguramente fue muy compleja y el reino de Hazor debió de estar ansioso por usar y exhibir un objeto prestigioso conectado con las imágenes reales egipcias”, manifestaron.

En libro ambos investigadores señalan que “debido a la ubicación de Hazor en el norte de Israel, el número de estatuas egipcias y fragmentos de estas que se han descubierto en lugar son sorprendentes” y que “todas parecen haber sido deliberadamente reducidas a pedazos”.







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