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No la Encontramos
La felicidad la llevamos dentro, hay que saber disfrutar lo que tenemos.


Por: María Luisa Martínez Robles | Fuente: Catholic.Net



Todo el mundo la buscaba, nadie sabía donde se había escondido. La buscaron en montañas altísimas por sí le gustaba estar sola, pensaron que podía haber navegado hasta una isla desierta, es raro ella iba siempre con la gente. Comentaban que algunos la habían encontrado pero no sabían explicarte ni cómo ni dónde.

Había muchos niños que la tenían pero no todos, ancianos que la conocían bien, pero no era la  mayoría. Los  jóvenes la perseguían pero de pronto  desaparecía.

No encontraban la felicidad. Al comenzar el año todos la deseaban para los demás, aunque muchos no sabían donde estaba. Como siempre jugaba al escondite. Por eso se encargó a un grupo de niños que la búscase. Ellos seguramente tendrían más posibilidades de encontrarla ya que estaban más preparados para aprender, para jugar. A los mayores nada nos sorprende ni nos ilusiona  como a los niños.

Se pusieron a buscarla en lujosas mansiones de conocidos y famosos futbolistas. Nada, allí no estaba. Estaría en las grandes ciudades, donde había muchos comercios que tenían de todo. No la vieron. Tal vez la encontrarían en las grandes empresas a que allí se manejaba mucho dinero.

¡Cómo no se les había ocurrido antes! Seguro que la tendrían todos a  los que recientemente les había tocado la lotería. Se sorprendieron cuando fueron preguntando a los premiados y dijeron que al principio sí la tuvieron pero luego la perdieron de vista, estaban muy preocupados de gastarse el dinero.



Por casualidad vieron por la calle a una señora que había perdido la vista,  iba muy sonriente  del brazo de su marido. Les dijo que era feliz porque su marido, sus hijos y sus nietos la llevaban a todas partes , veían por ella y confiaba en volver a ver de nuevo.

Al día siguiente, encontraron a una madre paseando a su hijo recién nacido. Estaba muy contenta de tener un bebé sano y precioso. Un joven entraba en el portal de una empresa de automóviles de lujo.Seguro que era feliz al comprarse uno. Al preguntárselo, respondió que  su trabajo era venderlos y que le encantaba hacerlo pues su pasión eran los automóviles.

Ya llegaron hasta el hospital asombrados de lo que estaban escuchando. Al pasar vieron un anciano que salía presuroso . No podía haber encontrado la felicidad. Se equivocaban, le habían dado el alta ese mismo día, estaba mucho mejor y podía irse a casa con su familia.

Se dieron cuenta que habían buscado mal. No estaba donde ellos  creían. La  felicidad la llevamos dentro y no está en tener mucho, está en apreciar y disfrutar lo que tenemos.  

Os deseo que en el año que comienza la encontréis y si ya la tenéis, no la dejéis escapar.



 







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