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La Eucaristía

La alegría de asistir a Misa
Breve y motivante explicación de las diferentes partes de la Misa


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net



LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

La intención de dar una breve y motivante explicación de las diferentes partes de la Misa es lograr que al menos algunos de los que lean comprendan, se sientan profundamente motivados a asistir a la celebración eucarística de los domingos y fiestas y que no vuelvan a decir: “Me aburro en Misa”.

La Celebración Eucarística tiene en su textura una introducción que va desde el inicio hasta la primera oración hecha por el sacerdote. Luego siguen las dos partes principales:

Primera: La Liturgia de la Palabra, que comienza con la primera lectura y concluye con la oración universal de los fieles.

Segunda: La Liturgia Eucarística que comienza desde el ofrecimiento del pan y el vino hasta la oración que dirige el sacerdote después de la comunión.

Por último una conclusión que consiste en el último saludo, bendición y despedida.
Me propongo como metodología el ir explicando parte por parte de la Celebración Eucarística:

I. INTRODUCCIÓN

Consta de las siguientes partes:

  • Saludo
  • Rito penitencial
  • Gloria y primera oración.
  • Oración

Se comienza todo con estas solemnes palabras: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Algo muy importante va a ser, pues se realiza en el nombre de la Santísima Trinidad.
Efectivamente la Celebración Eucarística es la actualización sacramental de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, consiste en hacer presente la Última Cena y la pasión, muerte y resurrección de Jesús en forma sacramental, es decir de una manera representada por signos y señales, y al mismo tiempo realizada de verdad.

La redención que Jesús realizó en Calvario y el domingo de Pascua con la resurrección se repite, se actualiza en cada Eucaristía.

Jesús dijo a los apóstoles en la última cena: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Éste es el cáliz de mi sangre derramada por vosotros y por todos los hombres.” Y añadió: “haced esto en memoria mía, en recuerdo mío”. Entonces, cada sacerdote, cuando celebra, repite lo que Jesús hizo en la Última Cena: convertir el pan en su cuerpo, cuerpo que se sigue entregando por los hombres, y el vino en su sangre, sangre derramada por los hombres. Y esto en obediencia al mandato de Cristo: “Haced esto en memoria mía.” Al mismo tiempo que les ordenaba repetir lo que Él acababa de hacer, les daba el poder de realizarlo, convirtiéndolos en sacerdotes de la Nueva y Eterna Alanza. Jesús, en efecto, dijo: “Éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la Nueva y Eterna Alianza”.

Con esto queda claro que nosotros no inventamos la Misa, sino Jesús mismo, y Él quiso con su poder divino que sus sacerdotes realizaran la misma consagración del pan y del vino que Él había hecho. Por eso el pan consagrado y el vino consagrado contienen el Cuerpo y la sangre de Jesús, contienen a Jesús mismo. Por eso, adorar la Eucaristía es un acto de amor y reverencia debidos a Dios. Nosotros adoramos, no las especies de pan y vino sino al Dios que está presente en ellas.

Suele leerse o cantarse la antífona de entrada, que es una píldora breve de lo que va a ser la misa.

1. Saludo
“La gracia de Nuestro señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros”

Es un saludo muy cordial, pero muy profundo, nada superficial. No es el simple ¡Hola, ¿cómo están?! Significa que estén con cada uno estas tres cosas

- La gracia de nuestro Señor Jesucristo: Que vivas en gracia, con todos los elementos maravillosos que conlleva: ser hijo de Dios, heredero del cielo, capaz de ganar méritos etc.

- El amor del Padre : Que tengas, que sientas el amor del Padre, como hijo, hija de Dios. Según la expresión hermosa de san Juan: “Ved qué amor nos ha tenido el Padre que no sólo nos llamamos sino que somos hijos de Dios”.

- Y la comunión del Espíritu Santo. Que el Espíritu santo viva en ti como en su templo.

La respuesta: “Y con tu espíritu”. Que también tú, sacerdote del Señor, lo tengas.

2. Acto penitencial
¿Por qué un rito penitencial, de arrepentimiento de los pecados? Porque vamos a asistir al sacramento, a la actividad litúrgica que realiza nuestra redención; la liberación de nuestros pecados. Debemos reconocerlos. Pero, además, de forma pública. En voz alta digo y aseguro que soy un pecador. Por eso me arrepiento de mis pecados también públicamente.

Igual que si alguien va a un hospital o al doctor es porque está enfermo y quiere curarse, vamos a la misa como pecadores que necesitamos ser perdonados. La fórmula que se utiliza es la siguiente:

-Yo (se podría decir Fulanito de Tal)
-confieso (declaro, acepto)
-ante Dios todopoderoso (reconozco ser un hijo pródigo ante Él)
-y ante vosotros, hermanos (fíjate en lo que vas a decir y delante de quién, delante de todos los que asisten a la Celebración Eucarística)
-que he pecado mucho (aquellas personas que piensan y dicen que comente pecadillos y faltas chiquitas no saben lo que dicen. Podrían ser de la clase del fariseo que rezaba así: “Te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: adúlteros, ladrones…”)
-de pensamiento, palabra, obra y omisión (se especifica en qué soy un gran pecador. Si uno pudiera ver, medir y pesar todo lo que ha pecado en su vida con el pensamiento, la lengua y las obras, quedaría abrumado. Se añade: Y de omisión. Antiguamente no salía esta expresión. Pero se vio la necesidad de añadirla porque por la omisión cometemos miles de faltas y pecados. Omisión es igual a no hacer lo que debo. Omitir actos de cariadad, de bondad, omitir hacer apostolado, omitir el buen ejemplo a los hijos, omitir tantas y tantas cosas.)
-Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa
(Tres veces y en ascenso “mi gran culpa”. Y golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento. Ya sólo falta decir la clase de pecados que he hecho. Imagínate que dices esto en un supermercado…Bien no lo dices en el supermercado, pero lo dices…en la Iglesia.)
-Por eso ruego… (que interceda por mí)
-a Santa María siempre Virgen (que ruegue por mí a Dios. Cierto que lo hará con mucho gusto por tratarse de su hijo)
-A los ángeles (a nuestro ángel de la guarda, a los arcángeles, como san Miguel, san Gabriel y san Rafael y a todos los ángeles que son muchos y muy buenos.)
-A los santos (a todos, a tu santo patrón o patrona y a todos: A san Pablo, san, Pedro, san Pío, santa María Madgdalena…)
-Y a vosotros, hermanos (estoy solicitando muy en serio, porque la necesito, la oración de mis hermanos...A todos los que están en la Iglesia)
-Que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor (cuando uno pide sólo por sí, su oración des de corto alcance. Pero cuando todos piden por todos esa plegaria es infinitamente más rica)

Como conclusión. El sacerdote refuerza este acto de penitencia, con estas palabras. Pide tres cosas: Que Dios Todopoderoso:

Primero: Tenga misericordia de nosotros, según la petición de Jesús: "Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen.
Segundo: Que perdone nuestros pecados. Esos muchos pecados que he cometido por mi gran culpa.
Tercero: y nos lleve a la vida eterna.

En realidad a eso venimos a la celebración Eucarística. No a fijarnos en cómo va vestida tal persona, no a murmurar de algo que no salió tan bien, ni siquiera a poner peros p.e. a la predicación del sacerdote. Yo no voy a eso a la misa. Tengo tanto de qué arrepentirme que no me animo a tirar piedras a mi prójimo, como un fariseo más.
Sí vengo a esto, a pedir misericordia a Dios, a que me perdone mis pecados y los de mi familia y a que me lleve y nos lleve a la vida eterna.

Claro, no asistir a la Celebración Eucarística casi nunca o enojarse si alguien amablemente te invita, significaría que no me interesa mi salvación eterna, que me vale, que ni el cielo me apasiona ni el infierno me asusta.

Se termina el acto penitencial diciendo en voz alta, tres veces, alternando con el sacerdote:
“Señor, ten piedad”
“Cristo, ten piedad”
“Señor, ten piedad”

Tres gritos del corazón dirigidos a Cristo, el Señor. Deberíamos decirlos con la emoción con que se lo decían lo pobres enfermos y pecadores del Evangelio, Como el ciego Bartimeo: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí” Como la sirofenicia, como el leproso, como Jairo, porque estamos ciegos, leprosos, enfermos del alma.

3. El gloria a Dios en el cielo
Se suele decir o cantar (Si se canta mucho mejor) En realidad está hecho para cantarse. Y ojalá que no sólo por un coro, sino por todo el pueblo o alternando coro y pueblo porque es un himno muy hermoso y muy rico. Es oración de alabanza, de agradecimiento, de petición de perdón y de petición de gracias. Tenemos que recordar que hay cuatro clases o formas de hacer oración: En el gloria se dan las cuatro:

- Alabanza: Gloria a Dios en el cielo
- Pedir perdón: Ten piedad de nosotros.
- Acción de gracias: Te damos gracias…
- Petición de dones: Atiende a nuestra súplica.

El inicio del gloria lo cantaron los ángeles en el nacimiento de Jesús, cuando se aparecieron a los pastores, cuando se daba el inicio de la redención con el nacimiento del Redentor. El gloria, por tanto, nos recuerda la encarnación y el nacimiento de Jesús. Si en la misa se realiza la redención, viene al caso ese recuerdo del momento en que el Verbo se hizo carne y nació en Belén.

¿Cómo hay que cantarlo? Con el mismo entusiasmo y amor con que los ángeles lo cantaron la primera vez.
Digresión: ¿Aburrirse en misa? Si uno llega a tiempo y vive profundamente estos primeros momentos, comprenderá que no es posible aburrirse.
El gloria suele cantarse en los domingos, fiestas. Se omite en las épocas de penitencia como Cuaresma y Adviento.

4. Oración
Sigue la primera oración formal, que reza el sacerdote. Hay tres oraciones especiales, con el mismo esquema: Una invocación al Padre, una petición, una conclusión: Por nuestro Señor Jesucristo….

¿Qué es lo que se pide? Casi siempre es lo mismo: Lo único necesario, la salvación eterna o cosas relacionadas con ella. También se pueden pedir cosas humanas necesarias: la lluvia, la fidelidad al amor humano, la salud, la paz etc.
Las tres oraciones tienen lugar ahora, justo antes de la primera lectura antes del prefacio y antes de la bendición final. Las tres se dirigen casi siempre al Padre, pocas a Jesucristo o al Espíritu Santo.
Concluye casi siempre así: Por nuestro Señor Jesucristo, Por Cristo Nuestro Señor”. No es por casualidad. Estamos pidiendo al Padre que nos obtenga la redención, el perdón de los pecados, el cielo. ¿Quién nos ha conseguido la redención? Jesús. Lo lógico es, pues, pedirla al Padre por medio de Jesucristo, su Hijo muy amado en quien tiene todas sus complacencias.

II. LITURGIA DE LA PALABRA

Suelen ser tres lecturas en los domingos y fiestas. Las dos primeras del antiguo y del nuevo testamento y la tercera del Evangelio.
Conviene leerlas con claridad y entonación, pero sin rebuscamiento. En señal de respeto y aceptación.

La intervención de la gente: El pueblo interviene en el salmo responsorial que es alternado por un lector y la gente. Se debe intervenir con la palabra y el corazón. Es una oración, no un rollo. El salmo responsorial es como una respuesta a la palabra de Dios: una frase de alabanza, de petición, de acción de gracias..
Aleluya: Alegría. Decirlo, cantarlo con su pequeño texto.

Aquí como en otras oraciones podemos hablar o cantar distraídos o enriquecer el alma; hablar y cantar con el corazón.

Lecturas
Esas lecturas narran algún pasaje de la Escritura o también ofrecen algún texto explicativo o de la palabra de Dios en sus más variadas formas. Hay que leerlo como parte de una carta larga, hermosa, escrita con amor por Dios para cada uno de nosotros, pues eso es la Biblia.

Evangelio
El Evangelio es leído por el diácono o por el sacerdote para darle realce. De hecho el Libro de los Evangelios es llevado en procesión por un diácono o por un seglar elegido en la procesión de entrada. Y el sacerdote o diácono lo lleva del altar al ambón antes de leerlo. La parte más importante de la Biblia son los cuatro Evangelios. ¿Por qué? Porque nos cuentan los hechos y enseñanzas del Hijo de Dios, de Jesucristo.

Homilía
Ojalá que siga una buena homilía, una buena explicación, clara, jugosa, motivante, aplicada a la vida de los fieles, de esa palabra de Dios.

Credo
Los domingos y fiestas suele decirse o cantarse el credo. Es el resumen de nuestra fe. Se está de pie en señal de aceptación. ¿Cómo se debe rezar? Con la mente y el corazón, es decir con atención y adhesión.

Oración universal de los fieles
Sobre todo en domingos y fiestas. Ningún momento mejor que la Misa para orar por el mundo y por todas las necesidades de la Iglesia. Es una oración universal, prevalece, por tanto las peticiones generales por la Iglesia y el mundo: Papa, familias, vocaciones, los enfermos, inmigrantes, gobernantes… Pedir con el corazón.

III: LITURGIA EUCARÍSTICA



Consiste en:

I. La ofrenda del pan y el vino

II. La plegaria eucarística: Desde el prefacio hasta antes del padre nuestro

III. Rito de la comunión


I. Ofrecimiento del pan y el vino



1. Se ofrecen pan y vino que se convertirán en el cuerpo y sangre de Jesucristo.

La gota de agua unida al vino: representa nuestra participación, nuestra ofrenda. Sola no sirve de nada. Unida a la ofrenda de Cristo, sí vale.

Debemos colaborar con nuestro ofrecimiento: la vida, los buenos propósitos, los sacrificios, oraciones, actos de caridad..." Lo que falta a la Pasión de Cristo."

El sacerdote, inclinado, dice en privado : “Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia”.

 

2. Lava las manos, diciendo en secreto: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”. Todos deberían tener esta misma actitud.
Por eso, el sacerdote invita al pueblo con estas palabras: “Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso”.
Respuesta: El Señor reciba de tus manos…”

 

3. Oración sobre las ofrendas: Es la segunda oración formal que se hace. Se pide específicamente que Dios Padre acepte las ofrendas: pan y vino y nuestras oraciones, sacrificios…
Por Cristo, Nuestro Señor. Dios lo acepta sin duda. “Este es mi hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias”.


II. La Plegaria Eucarística

1. El prefacio: Es un himno de alabanza con un inicio y una conclusión dialogada del pueblo con el sacerdote.
Hace alusión a la fiesta o al tiempo litúrgico: cuaresma, Pascua, adviento etc.
Termina con el Sanctus: un pequeño himno de alabanza al tres veces Santo.

 

2. Recuerdo de la última Cena
Y consagración del pan y el vino. Con las mismas palabras de Jesús. Es lo más importante. La esencia de la Misa.
“Tomad y comed todos”: Debieran todos. Pero no hay que tomarlo en otro sentido: Como Dios N. S. manda a todos, voy a comulgar. Debe uno preguntarse humildemente: ¿Estoy preparado, en gracia de Dios?

Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros: Donación, regalo; entrega en forma de alimento del alma.
Será entregado a la muerte, al dolor, a la cruz por amor a cada uno de nosotros. La Eucaristía es el darse de Dios a cada hombre.

“Tomad y bebed todos”: El hecho de que se dé materialmente a beber el cáliz no es necesario. Porque en cualquiera de las dos especies está Cristo entero. El que comulga bajo las dos especies no recibe más a Cristo que el que lo recibe sólo bajo una.
Sangre derramada: Sangre que será extraída violentamente de su cauce normal: las venas. Implica desangramiento, tortura, muerte.
Por vosotros: Por cada uno. Por mí. Por ti. “Cristo me amó y se entregó a la muerte por mí”.

Razón: Para el perdón de los pecados. Derramar la sangre es una acción impresionantepara borrar los pecados.
 Este es el sacramento de nuestra fe. Recalcar ente el pueblo qué es lo que se está realizando en el altar: la pasión, muerte y resurrección de Jesús de forma incruenta.
Por eso, asistir a Misa es asistir a lo esencial de la religión católica, a lo más importante.

Respuesta: Sí lo sabemos “Anunciamos tu muerte… proclamamos tu resurrección…Ven, Señor, Jesús. Ven, Señor Jesús, A mi vida, a mi familia…” No es necesario decir en voz alta “Señor y Dios mío”, pero sí con el corazón; con la fuerza del primero que lo dijo: Santo Tomás. Contarlo…

 

3. Luego se ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Cristo: Te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación. En plural: lo ofrece toda la Iglesia: sacerdote y pueblo de Dios.

4. Se piden cosas muy importantes
- La unidad de todos los que comen y beben la Eucaristía. Hermanos separados. “Que todos sean uno”.
- Se pide por toda la Iglesia, hoy tan necesitada: Unidad, fe, fidelidad, obediencia, vocaciones, santidad, almas apóstoles…
- Por el Papa. Ha pedido oración por él mismo. Por el obispo del lugar y por todos los demás obispos y sacerdotes.
- Se pide que la Iglesia vida la caridad, la esencia del cristianismo, el mandato de Cristo. Estas peticiones están en la narración de la Ultima Cena por san Juan.
- Se pide por la Iglesia purgante, por los difuntos que están en el purgatorio en espera de ir al cielo.
- Por último, se pide por nosotros. Ten misericordia de todos nosotros…Por intercesión de María, los apóstoles y todos los santos, pero sobre todo por medio de Jesucristo, la vida eterna.

 

5. Se levanta la patena con la hostia y el cáliz diciendo esto:
Por Cristo
Con Cristo
En Cristo

Y en la unidad del Espíritu Santo todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Por siempre.

Respuesta: Amén. Sí. Responde todo el pueblo.

III. Rito de la comunión

Se introduce la oración de Jesús
Enséñanos a orar, Padre nuestro.
El sacerdote y los fieles lo recitan juntos. Hay la costumbre de extender las manos, de juntar las manos. Creo que puede ayudar este gesto si se hace con devoción.
- Padre nuestro: (No padre mío. Sin dejar de ser mi padre, es también tu padre y de todos los hermanos.
En ese momento todos deberían sentirse eso, hermanos, y rezar juntos a nuestro Padre celestial como nos enseñó nuestro Hermano mayor, Jesús.)

- Santificado sea tu nombre: (El nombre es la persona misma. Él ya es santo. Significado: Que todos los hombres reconozcan, acepten y alaben tu santidad, te alaben a Ti, Dios santísimo.)
- Venga a nosotros tu Reino: (Venga a mi corazón, a mi alma tu gracia, tu vida divina, los frutos de tu Pasión y resurrección. Sé nuestro Rey y nosotros tus soldados, por la gracia, y tus apóstoles.)
- Hágase tu voluntad: (En el cielo, perfecto
En la tierra no tanto. En mi vida cristiana ¡quién sabe! Lo más importante que tenemos que hacer es cumplir la voluntad de Dios)

-Danos hoy nuestro pan de cada día.
(Con el pan, todo lo humano y material: sustento, casa, vestido, transporte, salud, etc.…)
-Perdona nuestras ofensas así como…: (Ésta es la expresión más difícil.)
- No nos dejes caer en la tentación
(Tentaciones tendremos y tenemos. Son necesarias, útiles. Que no caigamos. No es lo mismo sentir que consentir.)
- Y líbranos del mal: (Todo mal: físico, sobre todo moral. El pecado. Y líbranos del padre de la mentira.)

Sigue una oración que amplía la petición de “Líbranos del mal”. Y aprovechando el momento se pide por la paz y unidad en la Iglesia.

Y en este contexto se desea la paz a los presentes. “La paz del Señor” esté siempre con vosotros”…Daos fraternalmente la paz.
Sin aspavientos, de forma sencilla y sincera. Sabiendo que nadie da lo que no tiene.
Tampoco es necesario querer dar la paz a todo el mundo: a los de mi alrededor es suficiente.

Se parte un pedacito de la hostia en el cáliz. Significado: la resurrección.

Cordero de Dios: Un acto de humildad repetido tres veces. No somos dignos.

El sacerdote hace en privado una oración humilde de preparación. Luego levanta la Hostia y hace la invitación de San Juan Bautista a sus discípulos, en particular a Andrés y a Juan Evangelista. Y lo siguieron. Dichosos los invitados. Son todos. Pero dichosos los que pueden recibirlo. Debería doler tanto… que todos entonces irían a la misa confesados, en gracia de Dios.

Señor, yo no soy digno…
¿Quién dijo estas hermosas palabras? Un pagano, un centurión romano que tenía tanta fe que Jesús dijo de Él: “No he encontrado tanta fe en Israel”.

Comulga primero el sacerdote. Luego el sacerdote y diácono dan la comunión. Si es mucha gente, y de ordinario suele estar llena la Iglesia, es muy conveniente que ayuden algunos ministros extraordinarios de la Eucaristía. Mientras se canta o se lee la antífona de la comunión que es una píldora breve sobre la Eucaristía.

“El cuerpo de Cristo”. Amén.: Creo.
¿En la boca o en la mano? Según lo determine el obispo del lugar. Ambos están permitidos. No importa si es en la boca o es en las manos. Lo que importa es el respeto y el amor.

Tercera oración: Alude a la misa celebrada, a la comunión recibida y pide que mantengamos los frutos para el futuro.

Rito de conclusión
El Señor esté con vosotros: Un saludo final, semejante al del principio.
Y se da la bendición en nombre de la santísima Trinidad.
Se cierra esta acción litúrgica con solemnidad: Como si uno entrara a través de un gran arco a la Misa y saliera por otro arco hermoso.

Podéis ir en paz.

Ojalá sea cierto. Razones tienen porque han estado en una convivencia de hermanos, han escuchado la palabra de Dios, han recibido a Dios mismo en su alma. Han rezado y cantado juntos las alabanzas de Dios. Debieran salir con otra cara y otra alma de aquella que con la que entraron.

Preguntas o comentarios al autor  P. Mariano de Blas LC

 

 







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