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Homilia del 11 de Octubre 2018

Pidan y se les dará
Necesitamos acercarnos conscientemente a Dios y entablar el diálogo con Él


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net



11 Octubre

San Juan XXIII

Beato Elías del Socorro Nieves

Gálatas 3, 1-5: “¿Han recibido el Espíritu Santo por haber hecho lo que manda la ley de Moisés o por haber creído en el Evangelio?”

Salmo Lucas 1: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel”



San Lucas 11, 5-13: “Pidan y se les dará”

 

Me encanta cuando Jesús se pone a explicar el Reino con los ejemplos sacados de la realidad porque nos hacer percibir el Reino como algo muy concreto y cercano. ¿Acaso no entendemos la comparación de un papá que no es capaz de ofrecer un alacrán a su hijo? ¿Por qué entonces muchas veces nos cuestionamos si Dios nos escucha y atiende nuestras peticiones? Esos ejemplos sacados de la vida cotidiana parecen remarcar la bondad y el amor de Dios que es el fundamento de toda nuestra oración.

A veces nosotros nos llenamos de actividades y preocupaciones, y queremos implicar a Dios en nuestra carrera loca y en nuestros mezquinos intereses. Hoy nos invita Jesús a que nos acerquemos confiadamente al Señor, que dejemos esas “cosas” que nos llenan el corazón y que nos pongamos en sus manos. Necesitamos orar: pedir, buscar, tocar. Y esto hacerlo con insistencia y con devoción. No es posible vivir nuestra fe cristiana y nuestra vocación humana sin orar. Hay quien ha alcanzado ya un grado de perfección de tal manera que su oración es toda su vida, hay quien ya “experimenta” la presencia de Dios en cualquier actividad, y esto es un regalo de Dios: vivir siempre en su presencia.

Necesitamos acercarnos conscientemente a Dios y entablar el diálogo con Él. A orar, como a nadar, sólo se aprende orando, desde nuestra necesidad, desde el descubrimiento del amor y la fidelidad de Dios. Jesús no promete que Dios se convertirá en un solucionador de problemas o en un abastecedor de mercancías, quizás sólo esto hemos pedido. Jesús nos enseña que el Espíritu Santo es quien tiene que centrar y orientar nuestros deseos, nuestras aspiraciones y nuestra petición.



Dios nos abre su corazón no como una conquista nuestra sino como un regalo que nos otorga generosamente, pero que requiere la búsqueda constante y confiada porque quien busca, halla; quien pide, recibe; y a quien llama se le abre.

 







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