Menu


Con paso apresurado
No es fácil detener nuestros pasos apresurados; el ritmo de la vida se acelera cada vez más


Por: Marlene Yañez Bittner | Fuente: Catholic.net



Una agenda apretada, una lista interminable de asuntos pendientes, todas las horas del día comprometidas… ¿resulta familiar? Pues la invitación es a detenerse, presionar el freno de nuestro motor y respirar… Imaginar a Jesús diciéndonos lo mismo que les dice a sus Discípulos:

“El, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer.” (Marcos 6,31)

Los Discípulos de Jesús también tenían mucho trabajo… quizás más que nosotros y por cierto merecían también descansar. Nosotros, estamos tentados a dar más de lo que podemos, ya sea por necesidad económica o por lo que es peor, por ambición. El trabajo se ha vuelto el Dios de nuestras vidas, por quien despertamos, nos alimentamos y con quien pasamos muchas horas al día y horas de nuestras vidas.

¿Y Dios que? Él también necesita de nuestra atención, pero como estamos tan ocupados con nuestros asuntos, simplemente no tenemos tiempo. Jesús, en su vida pública fue un hombre muy ocupado, aun así tuvo tiempo para orar.

“Pero él se retiraba a los lugares solitarios para orar.” (Lucas 5,16)

El exceso de ocupaciones nos hace caminar apresurados y la prisa es uno de los mayores males de nuestros tiempos; no sólo lleva a la imperfección en lo que hacemos, sino también, nos impide tener tiempo para lo verdaderamente importante: mantener una relación profunda con Dios.

“Actuar sin reflexionar no es bueno, actuar con muchas prisas es una equivocación.” (Proverbios 19,2)

La falta de tiempo para realizar todas nuestras tareas nos provoca estrés y para ello acudimos a las técnicas de relajación, que pueden ser efectivas. Sin embargo, la mejor técnica, la mejor terapia es simplemente pasar un momento con Jesús. Hacernos el espacio durante el día para la oración calmará nuestra ansiedad y hará descansar nuestro espíritu. La simple contemplación de la naturaleza sintiendo a Jesús como nuestra única compañía, nos hará relajar, nos devolverá la paz. Ésta, es la mejor técnica de relajación.

Una oración callada, una contemplación silenciosa, una escucha callada de Jesús que nos habla, descansan el alma.

El romper nuestras prisas regalándonos unos momentos de silencio para escucharle, es como la suave caricia de la mano de Dios regalándonos paz.

No es fácil detener nuestros pasos apresurados; el ritmo de la vida se acelera cada vez más. Debemos ser fuertes y constantes en destinar tiempo para la oración, pues el mundo nos entrega día a día las distracciones necesarias para alejarnos de Nuestro Dios.

No se trata solamente en destinar tiempo a Dios, sino también incluirlo en todo nuestro quehacer, entregándole a Él la dirección de nuestra vida; caminaremos con Jesús en nuestro corazón y veremos su gracia en todo lo que realicemos.

“Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán”. (Proverbios 16,3)







Compartir en Google+




Consultorios
Reportar anuncio inapropiado |