El privilegio de orar
Por: María Teresa González Maciel | Fuente: Catholic.net
Hombre recuerda quién eres. Guarda en tu corazón el amor de Dios que te dio la vida.
Dios el Creador Todopoderoso no solo te regala la existencia, sino que te honra a ti creatura invitándote a permanecer en diálogo con él. Esta conversación con Dios te conduce a la paz, al gozo, a la auténtica libertad.
Para iniciar o enriquecer este coloquio de amor, es necesario:
• Pedir la gracia de anhelar y buscar una charla continua con el Amado.
• Abrir el corazón para escuchar la Palabra de Dios, que es siempre viva, que tiene el poder de penetrar y escudriñar a fondo el corazón humano, de iluminar todos los rincones, las carencias, limitaciones, cegueras, parálisis.
• Valorar, agradecer e invocar la presencia del Espíritu Santo, quien da la fuerza para permanecer unido al Señor y vivir la vida en plenitud.
• Recordar la necesidad del esfuerzo y silencio para escuchar. Es normal que vengan distracciones por lo que se requiere silenciar la imaginación, preocupaciones, heridas, enfermedades, juicios, todo esto para conectarse con el amado.
• Buscar amar, alabar, agradecer, contemplar, pedir perdón por las propias faltas y las de los demás.
• Tener paciencia, en ocasiones da la impresión de que el amado está ausente. Sin embargo, no sólo está presente, sino que actúa modela, el corazón.
• Pedir que su voluntad que es el mayor bien en la propia vida vaya ganando terreno a la propia voluntad que no pocas veces nos esclaviza.
• Siempre atentos a escuchar los susurros, inspiraciones, respuestas en la vida cotidiana.
Descalza tu alma. Contempla con admiración a tu Señor. Confía, dispón tu corazón a su acción. Empieza más que a balbucear a escuchar. Deja que el silencio sonoro te confirme el privilegio de orar.