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19 de julio de 2019

¿Cómo se hacen las cosas?
Santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8. Viernes XV del Tiempo Ordinario


Por: H. Alexis Montiel, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que te busque sólo a Ti, que no me distraiga con lo que los demás digan o hagan, sino que haga las cosas de cara a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

En sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.

Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?

¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso comenten pecado? Pues yo les digo que aquí hay alguien más grande que el templo.

Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Qué fácil somos para juzgar, nos parecemos a veces a los fariseos que son incapaces de perdonar la debilidad de cuantos los rodean y vivimos inmersos en nuestros deseos de una falsa justicia; nuestras normas y lo que nos rodea no nos deja satisfechos; vemos cómo muchos no reciben sanciones por su mediocridad o, al no ser cristianos, viven desenfrenadamente. Podemos pensar: «de que sirve que yo haga las cosas bien si ha habido muchos que en el último instante de su vida le pidieron perdón a Dios…»

Es normal esta actitud, somos hombres, nos es natural este sentido de justicia; medimos todo como se nos mide, como los fariseos. Sin embargo, esa no es la enseñanza de Jesús quien nos pide ir más allá del formalismo; no juzgar, por ejemplo, a quien no vimos en la misa el domingo, pues no sabemos si fue a otra parroquia o quizá había alguien enfermo en su casa, o quizá…

Jesús se hace Señor del cristiano mediocre, del que juzga a los demás y del atribulado. Es Señor de todos y nos recuerda que lo importante es hacer cuanto Él quiere. Que podamos, como dice san Agustín, amar y hacer, lo que queramos, pues cuando las cosas las hacemos por amor, las hacemos en nombre de Dios.

«La memoria es un ir atrás para encontrar fuerzas y poder caminar hacia delante. La memoria cristiana es siempre un encuentro, un encuentro con Jesucristo: Acuérdate de Jesucristo, enseña estas cosas. La memoria cristiana es como la sal de la vida: sin memoria no podemos ir adelante. Cuando nosotros encontramos cristianos “desmemoriados”, inmediatamente vemos que han perdido el sabor de la vida cristiana y han terminado por ser personas que cumplen los mandamientos, pero sin la mística, sin encontrar a Jesús. En cambio, a Cristo debemos encontrarlo en la vida. Me han venido a la mente tres situaciones en las cuales podemos encontrar a Jesús: En los primeros momentos, así los llamo yo; en nuestros jefes, en nuestros antepasados; y en la ley.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de junio de 2018, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me ofreceré a hacer la labor de casa o del trabajo que más me cuesta hacer, sin pensar en qué tan bien lo harían los demás, sino en qué tan bien lo puedo hacer yo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.







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