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"Vayan también ustedes a mi viña"
Meditación al Evangelio 21 de agosto de 2019 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Cuando escuchamos las duras controversias y los pleitos de los partidos y de los políticos en su lucha por el poder, no podemos menos que interrogarnos la causa de tanto interés. Todo mundo afirma querer servir y tener los mejores proyectos para terminar con las graves carencias que aquejan a nuestro pueblo. Sin embargo, cuando llegan al poder parece que olvidan todas sus promesas y tan sólo buscan medrar en provecho propio.

En la primera lectura, del libro de los jueces, aparece una parábola donde se satiriza tanto al pueblo que quiere un rey, como a la zarza que es la única que acepta el encargo. El olivo no está dispuesto a renunciar a su aceite para presumir por encima de los árboles. La higuera no quiere renunciar a sus sabrosos frutos. Solamente la zarza acepta ser rey de los árboles.

Quienes pueden aportar algo valioso renuncian a ser reyes. Quien no tiene nada, lo acepta. Así, la zarza pide a los árboles vayan a descansar bajo su sombra y los pincha y los hiere con sus espinas. Imagen de lo que no debe ser una autoridad: no abusar, ni estar sobre el pueblo. No lastimar ni ser injusta. No aprovecharse del puesto. Israel quería un rey para ser como los demás pueblos, pero se olvidaba que ellos tenían el mejor rey: el Señor.

Los jueces, los profetas y los caudillos que surgían, debían tener como referencia a Dios, único dueño. Hoy también se necesita esta referencia. Hemos perdido la brújula y el poder se ejerce en beneficio de unos cuantos y se daña al pueblo. Se buscan los intereses partidistas, económicos o personales y se descuida el bien común.

Miremos estos ejemplos. Quienes tengan autoridad, así sea mínima, busquen el bien de los demás y no los desquites, caprichos y beneficio personal. Recordemos que el único rey es el Señor y miremos si hacia Él dirigimos nuestros pasos y nuestros afanes. ¿Cómo sientes este día la presencia de Dios, rey y señor, en tu vida?

El Papa Francisco nos ha insistido en que dentro de la Iglesia debemos ser servidores no administradores, pero esto mismo lo podemos decir de la familia, de la sociedad y de todos los grupos sociales.







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