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Dichosos los pobres de espíritu
Meditación al Evangelio 8 de junio de 2020 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Después de celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad, tenemos la oportunidad de vivir cada día la experiencia de hijos de Dios. Para ayudarnos, mientras no celebremos alguna fiesta especial, la liturgia nos ofrece una lectura continuada del Evangelio de San Mateo. San Mateo inicia con el Sermón de la Montaña, tan conocido, tan comentado, pero que tanto nos cuesta vivirlo.

Desde el inicio de su predicación Jesús deja claro que su propuesta es diferente al mundo, la felicidad que ofrece está fundamentada en otros sitios, el compromiso es muy distinto. Las bienaventuranzas nos llevan por caminos diferentes a los que nos propone la sociedad. Una felicidad que no proviene de los valores que el mundo nos propone, sino todo lo contrario. Jesús nos propone tener libre el corazón y no poner como criterio de felicidad ni el poder, ni el prestigio, ni el dinero, sino solamente a Dios.

Todo al revés de como lo propone el mundo y sus cantores y no es que Jesús esté de acuerdo con un mundo de injusticias y que proponga la pobreza como sometimiento y pasividad. Sino todo lo contrario: Jesús sabe que si aceptamos la propuesta de nuestro Padre Dios de no poner nuestro corazón en las cosas materiales podremos construir un mundo nuevo donde todos puedan tener lo necesario para alimentarse, para vivir dignamente y para formar la nueva comunidad. Cuando se comparte el alimento alcanza para todos.

Cuando nos dejamos invadir por la avaricia, unos cuantos tienen y una inmensa mayoría padece penurias. El llanto y el sufrimiento se verán transformados en presencia de Dios porque su grito es escuchado. La tierra vuelve a ser de todos y no de unos cuantos. Son las propuestas de Jesús y aunque todo mundo las reconoce como una gran enseñanza, a  la hora de vivir dejamos invadir nuestro corazón por la ambición y nos convertimos en enemigos de los hermanos.

Jesús fue perseguido por proponer esta doctrina tan revolucionaria, y sin embargo, solamente es volver a los fundamentos sobre los cuales fue creado el hombre: imagen y semejanza de un Dios Trinitario, comunidad, igualdad y comunicación. Jesús fue perseguido y anuncia a sus discípulos que ellos también serán perseguidos. Ojalá que los cristianos fuéramos acusados y perseguidos por vivir el Evangelio.

Y no por habernos alejado de él. Bienaventuranzas, propuestas, nuevo mundo… así transformamos la realidad, nos acercamos al ideal  propuesto por Jesús y viviremos de forma extraordinaria el Evangelio.








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