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2 de julio de 2020

Curación de alma y cuerpo...
Santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8. Jueves XIII del Tiempo Ordinario


Por: José David Parra Gómez, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Espíritu Santo, ilumina mis ojos para contemplar el rostro de Cristo; dirige mis pasos para seguir el camino que Tú me indicas; dame tu fuerza y sabiduría para glorificar al Padre y llegar al final de este día habiendo extendido un poco más tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad.

En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados".

Al oír esto, algunos escribas pensaron: "Este hombre está blasfemando". Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir 'Se te perdonan tus pecados', o decir 'Levántate y anda'? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, –le dijo entonces al paralítico–: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muchas veces, como san Pablo, no hacemos el bien que queremos, sino que obramos el mal que no queremos ¿Qué hacer ante las dificultades que encaramos día a día, las tentaciones que nos acechan sin tregua alguna, y nuestra misma naturaleza caída? Clamamos a Dios pidiendo ayuda, esperamos por una respuesta que, a veces, parece llegar tarde o que simplemente no da señas de llegar nunca.

Jesucristo nos recuerda hoy que, para dejarle obrar en nuestras vidas, es indispensable la fe. La fe es como la gasolina del coche, sin ella no podemos ir a ninguna parte, nos quedaríamos siempre en el mismo sitio; ella es irremplazable, única y necesaria, nos capacita para escuchar la voz de Dios, incluso en medio del silencio y la desesperación. Gracias a la fe, Jesús perdona los pecados del paralítico y le devuelve la salud.

La salud que Cristo concede inicialmente al paralítico, aquella del alma, parece no satisfacer las expectativas del pueblo, quien tenía en mayor estima la salud corporal. El Señor nos invita a vivir con alegría, la esperanza de la vida futura, y nos anima a no olvidar que la muerte corporal no es el fin, sino tan solo el inicio de la Vida.

«Jesús está en Cafarnaún y la multitud se reúne a su alrededor. A través de una abertura hecha en el techo de la casa, algunos le traen un hombre acostado en una camilla. La esperanza es que Jesús cure al paralítico, pero despacha a todos diciendo: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Sólo entonces le ordenará que se levante, tome la camilla y se vaya a casa. Con sus palabras Jesús nos permite ir a lo esencial. Es un hombre de Dios, sanó, pero no era un sanador, enseñaba, pero era más que un maestro y frente a la escena que se le presenta va a lo esencial: Mira al paralítico y le dice: "Tus pecados están perdonados". La curación física es un regalo, la salud física es un regalo que debemos cuidar. Pero el Señor nos enseña que también la salud del corazón, la salud espiritual, debemos custodiarla».
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de enero de 2020, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

En este día voy a ofrecer un misterio del santo rosario intercediendo por todas las personas que tienen fuertes dudas en su fe, para que el Señor las ilumine y guíe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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