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Soy manso y humilde de corazón
Meditación al Evangelio 16 de julio de 2020 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



¿Qué dejan en mi corazón estas breves palabras de Jesús? ¿Cuáles son las cargas que me oprimen y hacen mi vida pesada? Esta imagen de Jesús que invita a acercarse a Él a todos los que están fatigados y agobiados por la carga, es continuación de toda una actitud vital. Siempre ha asumido una misión que va dirigida sobre todo a los pequeños y humildes, que son en muchos sentidos quienes llevan no sólo las propias cargas sino también las cargas de toda la sociedad. ¡Qué contradictorios somos!

Muchos pueblos miran a los pobres, a los ancianos, a los enfermos, como una carga, por el contrario, Jesús dirige su mensaje y su evangelio a todos estos que se sienten agobiados. Sería conveniente que miráramos cuáles son las cargas que oprimen nuestra vida. Con frecuencia son fardos que nosotros mismos nos hemos ido imponiendo y que no son importantes. El rencor y la venganza, las envidias y rivalidades, los vicios y malas aficiones, hacen pesada la vida de cualquier persona.

Habría que observar que unas cargas ya son naturales a la vida de toda persona, pero que otras muchas las vamos cargando “de a gratis”, y que lejos de ayudarnos hacen más difícil nuestra vida. A todos, a quienes llevan esas dificultades propias de toda vida como la enfermedad, el dolor, la necesidad; o a quienes se han impuesto nuevas e inútiles cargas, a todos nos llama Jesús. Y, curioso, ¡nos invita a tomar una nueva carga! Su yugo. Sí, ese instrumento que asociamos al más duro de los trabajos, al más callado de los esfuerzos. Sin embargo, nos asegura que será suave y ligero, porque es un yugo llevado con el sentido del servicio y del amor. Pone sus condiciones: hacer el corazón igual o semejante al suyo, manso y humilde.

Manso, con la paz y mansedumbre que da la paz interior; humilde que reconociendo las capacidades, y dejando a un lado las ambiciones, el orgullo y la envidia, encuentra la felicidad en el servicio y en el reconocimiento de los demás. Hoy nos acercamos a Jesús y dejamos que tome en sus manos todas nuestras cargas y preocupaciones.








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