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28 de julio de 2020

Tomar el abono de Jesús para mi semilla
Santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43. Martes XVII del Tiempo Ordinario


Por: Juan Diego Ballesteros, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame hoy la gracia de poder vivir siempre cada vez más unido a ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo".

Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que las siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga".

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús, por medio del Evangelio de hoy, nos explica lo que significa la parábola de la cizaña. Podríamos sentarnos un momento en silencio y sintonizar bien nuestra señal espiritual para ver qué es lo que Dios nos quiere decir hoy.

Todos los bautizados, como cristianos, hemos recibido la buena semilla que siembra Jesús, pero depende, en cierto sentido, de cada uno el cómo queremos que crezca esta semilla y esto dependerá de cómo la alimentamos. Si la alimentamos de cosas sin importancia, de superficialidades, de lo que aparentemente es la felicidad, pero que no es, entonces esta semilla crecerá, pero no será fuerte, y es ahí donde llegará la cizaña, que son las semillas del maligno, y nos puede ganar, nos puede envolver y, lamentablemente, hasta matar; pero es inevitable que crezcamos con la cizaña. Tenemos que ser astutos pues la semilla de la cizaña no pierde el tiempo y busca cualquier abono para alimentarse bien y, de esta manera, ser fuerte. ¡Cuánto más a nosotros que somos semilla regada por Cristo! Pero debemos siempre buscar el abono que Dios nos regala, alimentarnos bien con los medios que Cristo nos regala y estar listos para cuando venga la cizaña y empiece a atacarnos.

«El cristiano sabe que el Reino de Dios, su Señoría de amor está creciendo como un gran campo de grano, aunque en medio está la cizaña. Siempre hay problemas, están los chismorreos, están las guerras, están las enfermedades... están los problemas. Pero el grano crece, y al final el mal será eliminado. El futuro no nos pertenece, pero sabemos que Jesucristo es la gracia más grande de la vida: es el abrazo de Dios que nos espera al final, pero que ya desde ahora nos acompaña y nos consuela en el camino. Él nos conduce a la gran “tienda” de Dios con los hombres, con muchos otros hermanos y hermanas, y llevaremos a Dios el recuerdo de los días vividos aquí abajo. Y será bonito descubrir en ese instante que nada se ha perdido, ninguna sonrisa y ninguna lágrima. Por mucho que nuestra vida haya sido larga, nos parecerá haber vivido en un suspiro. Y que la creación no se ha detenido en el sexto día del Génesis, sino que ha proseguido infatigable, porque Dios siempre se ha preocupado por nosotros. Hasta el día en el que todo se cumplirá, en la mañana en la que se se extinguirán las lágrimas, en el mismo instante en el que Dios pronunciará su última palabra de bendición: “¡Mira que hago un mundo nuevo!”. Sí, nuestro Padre es el Dios de las novedades y de las sorpresas. Y aquel día nosotros seremos verdaderamente felices, y lloraremos. Sí: pero lloraremos de alegría».
(Audiencia de S.S. Francisco, 23 de agosto de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy hacer el propósito de alimentarme de lo que Cristo me ofrece, la eucaristía, la confesión, la lectura de la Palabra, etc.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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