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Errores que cometemos al hablar
No todas las personas controlan las informaciones que escuchan.


Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net



Entre los muchos errores que cometemos, uno se produce con bastante frecuencia al hablar.

El proceso es sencillo. Queremos describir un paisaje, o narrar una noticia, o resumir un libro, o comentar un problema sanitario.

El oyente, o los oyentes, prestan atención. Nos damos cuenta de su interés. No queremos defraudarles. Ante esa “presión”, ofrecemos datos equivocados.

Esos datos equivocados pueden ser inventados. Por ejemplo: al explicar que la gasolina va a subir de precio, inventamos un número (supuesto) del último aumento del precio del petróleo (número que no recordamos o que nunca leímos).

Otras veces son datos que surgen de una deformación, provocada en ocasiones de modo inconsciente. Por ejemplo: escuchamos o leímos que en un atentado murieron 87 personas, pero al contarlo a otros nos sale espontánea la cifra de 67 muertos.



Hay errores intencionados. Tenemos una memoria clara del dato concreto (ayer anunciaron huelga de transportes para el próximo viernes, durante todo el día), pero lo falseamos porque deseamos que los compañeros vengan al trabajo por lo menos durante la mañana de ese viernes.

Con las nuevas tecnologías, los oyentes pueden descubrir en seguida algunos de esos errores. Si uno nos ha dicho que la pescadería está a 300 metros, con un mapa online me doy cuenta de que está a 700 metros...

Pero no todas las personas controlan las informaciones que escuchan, y así es fácil aceptar como verdadero un dato que es falso.

Por eso es tan importante, al hablar, tener una clara conciencia de que no podemos inventar: si no estamos seguros sobre una información concreta, es mejor no comunicarla a los oyentes.

Quizá no quedemos bien: a nadie le gusta demostrar que no sabe ciertas cosas. Pero al menos evitaremos errores que en ocasiones pueden crear confusión y daño.



Sobre todo, actuando así los otros descubrirán en nosotros una actitud honesta a la hora de distinguir entre lo que sabemos y lo que no sabemos, lo cual vale mucho en las relaciones humanas.







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