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9 de enero de 2021

Reconozcamos a Cristo nuestro Señor
Santo Evangelio según san Juan 3,22-30. Sábado después de Epifanía


Por: Redacción | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por este tiempo contigo. Te amo y quiero agradecerte el don de tu amistad, especialmente el don de ti mismo. Ayúdame a amarte como Tú me amas, a dejar a un lado toda distracción para poder escuchar lo que hoy me quieres decir.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3,22-30

En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea y permaneció allí con ellos, bautizando. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salim, porque ahí había agua abundante. La gente acudía y se bautizaba, pues Juan no había sido encarcelado todavía.

Surgió entonces una disputa entre algunos de los discípulos de Juan y unos judíos, acerca de la purificación. Los discípulos fueron a decirle a Juan: «Mira, maestro, aquel que estaba contigo en la otra orilla del Jordán y del que tú diste testimonio, está ahora bautizando y todos acuden a él».

Contestó Juan: «Nadie puede apropiarse nada, si no le ha sido dado del cielo. Ustedes mismos son testigos de que yo dije: ‘Yo no soy el Mesías, sino el que ha sido enviado delante de él’. En una boda, el que tiene a la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que lo acompaña y lo oye hablar, se alegra mucho de oír su voz. Así también yo me lleno ahora de alegría. Es necesario que él crezca y que yo venga a menos».

Palabra del Señor.


Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio (te sugerimos leer esto que dijo el Papa)

Este disminuir de Juan el Grande, continuamente hasta la nada, me hace pensar que estamos sobre este camino y vamos hacia la tierra donde todos terminaremos.

También yo terminaré. Todos terminaremos. Ninguno tiene la vida ‘comprada’. También nosotros, queriendo y no queriendo, vamos sobre el camino de la aniquilación existencial de la vida, y esto, al menos a mí, me hace rezar que este aniquilamiento se parezca lo más posible a Jesucristo, a su aniquilación.

«Así la tierra se ha convertido en la casa de Dios entre los hombres y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de encontrar al Hijo de Dios, experimentando todo el amor y la misericordia infinita. Lo podemos encontrar realmente presente en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Lo podemos reconocer en el rostro de nuestros hermanos, en particular en los pobres, en los enfermos, en los encarcelados, en los refugiados: ellos son carne viva del Cristo que sufre e imagen visible del Dios invisible» (Cf Homilía de S.S. Francisco, 6 de febrero de 2015, en Santa Marta y Angelus, 11 de enero de 2015).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy viviré la caridad tan fervientemente como si éste fuera mi último día de vida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amen.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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