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Nadie ha subido al cielo, sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo
Meditación al Evangelio 13 de abril de 2021 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Las dos lecturas de este día se entrelazan en las preguntas fundamentales para todo hombre, en sus opciones más profundas y las respuestas que va encontrando cada día. ¿Puede el hombre ser realmente feliz? ¿Puede una comunidad vivir de acuerdo al Espíritu? ¿Cuáles serían las señales de una comunidad que acogiera el Espíritu de Jesús y lo hiciera realidad?

Como en un sueño idílico nos narra la primera lectura las andanzas de la primera comunidad y nos da las características de quienes han decidido vivir radicalmente el llamado de Jesús: una comunidad donde todos tengan un mismo corazón y una misma alma, donde se pueden compartir los bienes y las necesidades, donde se acoge al hermano y se le atiende por encima de los intereses materiales, de las ganancias y de los negocios.

Algunos han argumentado que no todo podría ser así, pero es el ideal al cual se tiende y el cual se busca aun con todas las limitaciones que tiene el ser humano. No es la imposición de una ley que  obliga a todos a compartir, es la generosidad que brota del corazón cuando se contempla al necesitado y al que sufre, como parte nuestra y se busca aliviar su dolor compartiendo lo nuestro. Es lo que hemos constatado en el actuar de personas generosas en medio de la pandemia: antes de estar obsesivamente preocupadas por ellas mismas, generosa y responsablemente se preocupan por los demás.

Es la novedad que Jesús le presenta a Nicodemo. Es nacer del Espíritu. No se puede tener esta vida si nos atenemos a ritualismos y leyes que atan en lugar de dar vida. Los sistemas fallan porque quieren hacer a todos iguales a fuerza de leyes. El amor de Jesús es la única propuesta que podrá sostenerse si se vive con el corazón. Vivir según el Espíritu, nacer del Espíritu, nos hará construir una nueva humanidad.

Mirar a Jesús en lo alto que se entrega por amor, que da hasta el último aliento por amor, que resucita por amor, puede y debe dar sentido a nuestra vida. Es la felicidad del que, amando, entrega toda su persona, sus bienes y su futuro en aras de la persona amada. Es el ejemplo que nos presenta Jesús y que nosotros seguiremos. Contemplemos a Jesús en lo alto entregando vida y dando vida.










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