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Firme respaldo de obispos de Puerto Rico a proceso de vacunación
No hay fundamento en la enseñanza moral de la Iglesia para rechazar los requerimientos de vacunación.


Fuente: Vatican News



Los obispos puertorriqueños publicaron una “Instrucción Pastoral sobre la importancia moral de vacunarse contra el COVID-19” en la que plantean las indicaciones para que todos los habitantes de la isla de Puerto Rico se vacunen. El documento se refiere especialmente al personal que trabaja para la Iglesia Católica: laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas. Al mismo tiempo, plantea los casos en que la inoculación puede exceptuarse.

Vacunarse constituye una elección ética

El documento basa su razonamiento en que el acto de vacunarse constituye una elección ética, por lo que los obispos consideran “tres principios en el tema de la vacuna Covid-19”.

En relación al tema de las libertades individuales y las libertades colectivas, los obispos afirman: “No cabe poner en tela de juicio el valor de las libertades democráticas. Son una expresión del respeto a la dignidad de cada persona, que tiene el derecho a buscar su autorrealización conforme a sus propias luces, valores y preferencias existenciales”, pero, continúan: “las libertades individuales tienen que armonizarse con el principio del bien común. Dicho de otro modo, la libertad individual es fundamental pero no es absoluta”.

El documento aporta varios ejemplos en que las diversas instituciones de la sociedad civil y el Estado mismo pueden ejercer algún tipo de limitación de las libertades individuales y por un tiempo estrictamente necesario: “La libertad de las personas es un valor fundamental, pero tiene sus límites en nombre de los intereses ajenos y del principio del bien común”.



Los obispos, subrayando la importancia del bien común, citan las palabras del Papa Francisco: “Vacunarse es un modo sencillo pero profundo de promover el bien común y de cuidarnos unos a otros, especialmente los más vulnerables.”

Libertad de conciencia y bien común

Otro criterio ético al que hacen referencia los obispos es el de la libertad de conciencia.  Parten de la constatación de que las vacunas no son cien por ciento eficaces, sin embargo, los estudios ponen en evidencia el aporte a la protección individual que recibimos al ser vacunados, y, “la preponderancia de las pruebas a favor de la vacunación es irrefutable”. Para los prelados, la libertad de conciencia camina de la mano con la búsqueda del bien común, por ello recuerdan el ejemplo que nos dan tanto el Papa Francisco como el Papa emérito Benedicto XVI, quienes ya fueron vacunados.

“Aunque los fieles son responsables de sus propias acciones, cortésmente debemos clarificarles que no pueden usar de fundamento las enseñanzas morales de la Iglesia católica para rechazar las vacunas”, dicen los obispos.

Proteger la salud de la población. Exenciones



La Instrucción también puntualiza en aquellos casos de personas que estén exentas de vacunación, según las disposiciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA)- podrán seguir participando de las actividades. En el caso de personas no vacunadas, exentas por disposiciones de los CDC y la FDA, se reservará un espacio para que participen de celebraciones litúrgicas.

Los obispos son de la opinión que “en medio de una pandemia, el Estado puede hacerlo (imponer la vacunación) en aras del bien común y de proteger las vidas humanas (…) También puede imponer limitaciones y cargas adicionales a los que se niegan a vacunarse en nombre de la protección de la salud pública”.

Los prelados insisten en que “la fe católica no prohíbe vacunarse contra el COVID-19 con las tres vacunas actualmente aprobadas por la FDA. Si lo hubiese prohibido, nuestro Papa Francisco y el Papa Emérito jamás hubiesen accedido a la vacunación (…) Por ello como Pastores en nuestras respectivas diócesis ningún sacerdote, diácono, religioso, religiosa, o representante está autorizado a notarizar bajo juramento que el dogma o la creencia católica prohíbe esta vacunación”.

Decreto sobre el requisito de vacunación

Los obispos han emitido, además, un decreto en relación al requisito de vacunación en Puerto Rico en el que constatan los alcances mortales y los daños que la pandemia ha causado y sigue causando a la población mundial. También dan testimonio de los esfuerzos por enfrentar el Covid-19 de manera eficaz, por lo que consideran que, entre todas las medidas sanitarias, la vacunación es fundamental.

El Decreto enfatiza que todos los sacerdotes y diáconos que participen en las liturgias deben estar vacunados contra el Covid-19 y “presentarán su certificado de vacunación a los cancilleres de nuestras diócesis en o antes del 15 de septiembre del 2021”. Al mismo tiempo, llama a continuar respetando las normas sanitarias, entre ellas la de distribuir la comunión “únicamente en las manos”.

La norma además indica que “no se autoriza en nuestras diócesis que sacerdotes, diáconos o agentes de la Iglesia comparezcan ante notarios a declarar bajo juramento las exenciones por razones religiosas ya que no hay fundamento en la enseñanza moral de la Iglesia para rechazar los requerimientos de vacunación. Aunque los fieles son responsables de sus propias acciones, cortésmente debemos clarificarles que no pueden usar de fundamento las enseñanzas morales de la Iglesia Católica para rechazar las vacunas”.

El Decreto llama a todos los empleados y voluntarios de las diócesis y que prestan sus servicios de manera presencial a estar vacunados antes del 15 de septiembre del presente año, de lo contrario, “no podrán ejercer sus funciones o prestar su servicio en nuestras diócesis”.

Orar a la Santísima Virgen María

Los prelados terminan la Instrucción encomendándose a la Virgen María, de cuya oración ofrecemos un fragmento:

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus. Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.







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