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El asunto es ganar dinero, ¿sí?
Junto al objetivo económico hay en la empresa un objetivo social inseparable.


Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net



¿Para qué es tu negocio? ¿Para ganar dinero? La respuesta de impulso es que sí, que todo el esfuerzo de venta es para ganar mucho, mucho dinero. Y no estaría mal, si fuera cierto; pero no, en la práctica no es cierto. Veamos.

La verdad es que meterse a filosofar sobre la finalidad de la empresa no es práctica común entre la gente de negocios. Pero el problema es que la cuestión se ha vuelto demasiado importante para no pensar de cuando en cuando en ella. La alternativa social del colectivismo existe, e ignorarla es grave necedad.

EL JUSTO MEDIO

¿Por qué negar que los negocios se hacen para ganar todo el dinero que se pueda? ¿Es acaso cierta la idea contraria de que el fin de empresa es servir a la sociedad, aunque no ganase un peso? No, tampoco es cierto. Como en la mayoría de las cosas, la verdad está en el justo medio. Tomar posiciones extremistas es fanatismo de derecha o de izquierda.

OTROS MOTIVOS



Si con ojos analíticos observamos un poco la realidad, deducimos que en la práctica los hombres de negocios buscan algo más que el dinero, y que también en la práctica se sacrifica dinero por otras cosas importantes. Estas “otras cosas” son, por ejemplo, el orgullo de crear y robustecer un negocio; disfrutar la tranquilidad de una reputación honorable; el placer de ser reconocido como líder y no como simple paga-sueldos por sus empleados; la satisfacción que los mismos tienen a orgullo ser parte de su empresa; el gusto de tener negocios con fama de dar calidad tanto en productos como en servicios; el lujo de costear un lugar de trabajo y negocios éticamente bello y cómodo; la felicidad de merecer el respeto de su familia como persona de provecho en la sociedad; la preocupación de colaborar a crear una comunidad donde la vida sea más agradable y plena para todos; el empeño de enseñar a otros a trabajar mejor y a progresar, pudiendo ser ejemplo de lo que se predica.

Hay hombres de negocios para quienes remunerar generosamente al personal es interés de primer orden; otros tienen como regla vender más barato a sectores sociales de menores ingresos. La lista puede ser muy larga, pero la evidencia nos dice que los empresarios buscan con sus negocios muchas satisfacciones no monetarias, y que son tanto o más importantes que los rendimientos que obtienen de su capital. Por supuesto que, además de las satisfacciones de contenido humano, hay otras de carácter económico, de estrategia comercial, para mantener las utilidades en niveles “socialmente aceptables”.

LA PRÁCTICA

Todo lo anterior, gracias a Dios, se está haciendo en la práctica de los negocios; no es teoría o buenos deseos, sino que es evidencia. Por supuesto, que aún existen avaros obsesionados por el puro dinero, pero la mayoría, la gran mayoría de los empresarios, tienen otras satisfacciones, otros objetivos como los señalados.

Decimos que “gracias a Dios” que es así, porque son los objetivos de carácter humano que los negocios persiguen junto a sus metas monetarias, los que dan valor y sentido social al sistema de libre empresa. Si sólo se tratara de que algunos ganaran todo el dinero posible y la gran mayoría de la población no, entonces sería preferible el Estado comunista, el mejor negocio sería el crimen, y la más justificada de las causas la revolución proletaria.



TODO TIENE SU COSTO

Las satisfacciones no monetarias de la libre empresa son ciertas y a costa de dinero, y eso, junto a su mayor capacidad innovadora que ha demostrado tener, le dan mayor valor al sistema de libre empresa (como sistema de vida para las mayorías) sobre los colectivismos materialistas (porque la libertad no es materialista). (¡Y líbrenos Dios de los fanáticos que con sus insensatas prédicas de una empresa que sólo se preocupa en ganar dinero, resultan ser el mejor aliado que para destruirla tienen sus enemigos!)

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