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El que cumple la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos
Meditación al Evangelio 1 de diciembre de 2022 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Isaías es el profeta que nos va guiando en el camino del adviento. Hoy nos ofrece un gran contraste entre la dolorosa realidad que estamos viviendo  y la idealización que hace de la Jerusalén reconstruida. El pueblo ha conocido el dolor y el destierro, sin embargo ahora tiene la esperanza de poder vivir en seguridad y paz dentro de la ciudad fuerte que el Señor custodia. Todo lo contrario sucede con la poderosa Babilonia a la que se alude con tintes dramáticos de destrucción.

Son signos que también tienen mucho sentido para nosotros que estamos sufriendo la inseguridad. Las ciudades y las poblaciones están cada día más inseguras y desprotegidas. No bastan policías ni guardianes para defenderlas. Han caído presas de la violencia. Las palabras de Isaías suenan a promesa bendita para nosotros, pero también expresan sus condiciones. Tendremos una ciudad fuerte si el pueblo es justo y se mantiene fiel al Señor. Minamos nuestros cimientos y después queremos tener una ciudad fuerte.

La conclusión del Sermón de la Montaña es muy gráfica señalando las diferentes formas de construir una casa: sin cimientos que al primer soplo de viento o de tormenta se viene abajo; o una casa segura y firme, basada en escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Nuestra fe se funda en la escucha de la Palabra de Dios y en la confianza que depositamos en su providencia. No basta decir: “Señor, Señor”, porque no son palabras vanas las que sostienen la esperanza. Es la práctica diaria y constante, es el rumiar con detenimiento y devoción la Palabra viva… ¡Es poner cimientos a la casa! Sin este fundamento de una vida interior alimentada por la Palabra de Dios, encarnada en las obras concretas de amor a los hermanos, no se puede construir firmemente.

Es tiempo de Adviento, tiempo de revisar los fundamentos de nuestras familias, de nuestra sociedad y de cada uno de nosotros. Si estamos construyendo sobre las arenas movedizas del placer y del poder, no nos extrañemos que la construcción se nos venga abajo. La invitación de Isaías es: “confíen siempre en el Señor, porque el Señor es nuestra fortaleza para siempre”.








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