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La vida en Cristo, fuente de la humanidad nueva
Vivamos la fuerza y gracia del bautismo para ser verdaderos hijos de Dios.


Por: Redacción | Fuente: Semanario Alégrate



Celebramos el bautismo del Señor. Esta celebración nos da la gracia de adentrarnos para meditar mucho en nuestro bautismo, pero también para conocer el mundo de los sacramentos. Conocer los sacramentos es introducirse a la maravillosa esfera de lo simbólico. Un objeto o una experiencia pueden transformarse en símbolo cuando evoca o nos recuerda situaciones, provoca recuerdos y convoca hacia algo; el símbolo es un encuentro de realidades separadas, que, poseyendo su propio significado, nos conducen hacia otra realidad que está más allá u oculta a nuestra mirada a primera vista. De este modo, los sacramentos son realidades u objetos de nuestra vida como el agua, el vino o pan. Pero, sobre todo, los sacramentos nos evocan y convocan hacia la gran obra de salvación que Dios ha realizado por nosotros.

En el bautismo en Cristo acontece algo maravilloso. Cristo nos acerca a él para darnos vida. Hay cosas que suceden que no podemos ver porque el fundamento de lo que vemos con los ojos de carne es lo invisible. Debemos aprender a amar los misterios de Dios para poder conocerlos. San Juan Crisóstomo nos da, en sus Catequesis bautismales, una gran enseñanza de lo que sucede en el momento del bautismo: “Cuando tu hijo se acerque en la fuente bautismal pide la gracia Dios pues: Los ojos de carne verán el agua, en cambio los de la fe mirarán al espíritu; aquéllos contemplarán el cuerpo inmerso, éstos, en cambio, al hombre viejo sepultado; aquéllos, la carne lavada, éstos, el alma purificada; éstos verán el cuerpo que sale de las aguas, y éstos al hombre nuevo y radiante que sube de esta purificación (Ef. 4,22-24)” En el bautismo, Cristo nos da la vida verdadera hasta la eternidad.

Con la fiesta del bautismo del Señor Jesús se da la oportunidad de conocer toda la riqueza que se nos ofrece en el momento del bautismo. Toda la riqueza de Dios se nos ofrece a todos y para siempre desde el momento en que Cristo nos reviste de santidad y esplendor. Dejemos el paso a la lectura del Prefacio del Bautismo para experimentar el poder de Dios en Cristo por el Espíritu Santo: “Tú has querido que del corazón abierto de tu Hijo manara para nosotros el don nupcial del Bautismo, primera Pascua de los creyentes, puerta de nuestra salvación, inicio de la vida en Cristo, fuente de la humanidad nueva. Del agua y del Espíritu engendras en el seno de la Iglesia, virgen y madre, un pueblo de sacerdotes y reyes, congregado de entre todas las naciones en la unidad y santidad de tu amor”. Vivamos la fuerza y gracia del bautismo para ser verdaderos hijos de Dios hasta que México tenga vida digna.







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