Nunca te canses de hacer el bien (2Tes 3, 13)
Por: Lilian del Carmen Cerecedo Beaumont G. | Fuente: Semanario Alégrate

Cada que leo en redes sociales que alguien solicita apoyo para alguien más completamente ajeno a su persona, me sorprende y alegra. Y más hoy en día, siendo tan fácil perdernos en un mundo donde se han encargado de hacernos creer que primero hay que buscar el bien personal, posponiendo cualquier necesidad del prójimo. Y no quiero decir que sea incorrecto el buscar nuestro crecimiento personal y buscar ser mejores personas cada día, muy por el contrario, es necesario. Me refiero a aquellas campañas publicitarias basadas en supuestas doctrinas o supuesta psicología en donde buscan “inspirarte” para “superarte” pero a costa de lo que sea y de quien sea.
Miro con tristeza matrimonios disueltos por el egoísmo de una de las partes, en donde el yo prevalece ante el nosotros, familias enteras divididas por falta de empatía ante las necesidades de algún miembro de ella, empresas en donde los empleados son tratados como parte del inventario olvidándose de la dignidad humana, personas dedicadas al servicio domestico que a pesar de vivir bajo el mismo techo que la familia a la que atienden no hay esa empatía en el trato por parte de sus empleadores. Que decir de los cientos de madres y padres de familia que anteponen sus necesidades ante las de sus pequeños hijos, horas de trabajo para quererles dar todo, cuando el todo para ellos es la presencia del padre y/o la madre, horas de actividades fuera de casa para buscar “equilibrio”, cuando es a costa del equilibrio que necesitan los niños con la presencia del padre y/o la madre. Y que decir de los cientos de personas en la calle pidiendo una moneda para un pan y que no tenemos ni la caridad de regalarles una sonrisa. Cuantos políticos no usan la imagen y abusan del más necesitado con el fin ruin que es prometer ayuda y nunca darla aun cuando esta en sus manos hacer algo por ello. Cuantos casos no nos enteramos de personas cercanas o conocidas que están pasando por momentos difíciles y aunque no necesariamente nos acerquemos a ofrecer ayuda, ofrecer una oración por la pronta solución del problema o circunstancia es una buena forma de ayudar.
Es decir, para hacer el bien no es necesario pertenecer a grandes asociaciones o fundaciones, dar grandes cantidades de dinero, o disponer de mucho tiempo. Las actividades propias de la vida cotidiana a veces no pueden hacer posible estar involucrados. Pero hay cientos de formas de cómo ayudar, una de ellas es comenzando desde casa entregándonos a cada uno de nuestros familiares y seres queridos, en servicio, en oración y dando testimonio para que asi los más pequeños aprendan tomando el ejemplo.
Y hacia afuera, sé de personas que en su auto traen paquetes de galletas, botellitas individuales de agua para dar a las personas en los altos, también se de grupos de oración por determinadas causas, en donde basta con incluir en nuestras oraciones las necesidades que se presentan. Otra buena forma de ayudar es donando, en casi todas las ciudades existe CARITAS donde reciben ayuda en especie de todo tipo, la ropa que ya no ocupemos podemos donarla asi como enlatados y alimentos no perecederos. Formas hay muchas, solo hay que tener disposición.
Nunca te canses de hacer el bien, somos más los que buscamos el bien común.