La amistad en la Ética a Nicómano de Aristóteles
Por: Dra. Patricia Astorquiza. | Fuente: Jornadas de Psicología Cristiana

Quiero, primero, agradacer a la profesora Zelmira Seligmman y al padre Ignacio Anderegen su amable invitación a participar en estas Jornadas.
La presente ponencia versará sobre la amistad, tal como aparece descrita en la“Ética a Nicómaco” de Aristóteles, principalmente en los libros VIII y IX. Dichos libros constituyen, a mi parecer, uno de los más profundos estudios filosóficos acerca de la amistad, porque tocan sus fundamentos metafísicos.
Sabemos que la “Ética a Nicómaco” se puede describir como una investigación acerca del máximo bien humano: en qué consiste y qué facultades, ciencias y actividades lo alcanzan.
Este máximo bien es la felicidad: la felicidad es una vida y una actividad (energeia) propia de esta vida, a saber “la actividad del alma conforme a la virtud, y si las virtudes son varias, conforme a la mejor y más perfecta, y además en una vida entera” (EN, 1, 7 1098 a 18 aprox).
La virtud más perfecta – sostiene él- es la sabiduría, hábito que dispone a la inteligencia humana para la actividad más perfecta: la contemplación intelectual (theorein) de Dios y de todas las causas del ente en cuanto ente. Contemplar las verdades más altas, he aquí la esencia de la vida feliz del hombre.
¿Y las virtudes morales?
Son las disposiciones necesarias para ordenarse adecuadamente a esa contemplación, y además, la consecuencia vital de quien vive del amor a las verdades más altas, las verdades “no sensibles” que alcanza la inteligencia. Quien ama los excesos y la vida de las pasiones –vida animal- no es apto para la sabiduría, porque ni siquiera querrá disponer de tiempo para ella, ni encontrará en ella goce alguno. Y, en cambio, quien verdaderamente ha alcanzado la sabiduría, percibe el vicio y la vida irracional como una desgracia, un mal hacia el cual siente verdadera repulsión.
El hombre feliz es autosuficiente en sí mismo, no carece de nada de lo que hace dichosa una vida. Pero, entonces, ¿qué papel juegan los amigos en su felicidad? Para Aristóteles, el hombre, por naturaleza desea la felicidad no sólo para sí mismo, sino para todos los suyos, especialmente la familia y los amigos, porque la naturaleza humana es social. (EN, I, 7, 1097 b 9-11).
“La amistad –dice el Estagirita - es una virtud o va acompañada de virtud, y además es lo más necesario para la vida. Sin amigos, nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes. (…) Y cuando los hombres son amigos, ninguna necesidad hay de justicia, mientras que aun siendo justos necesitan además de amistad, y parece que son los justos los que son más capaces de amistad(…). Pero la amistad no es sólo algo necesario, sino algo hermoso. Efectivamente, alabamos a los que aman a sus amigos, y el tener muchos amigos se considera como una de las cosas mejores, y hasta identificamos en nuestra opinión hombres buenos y amigos”. (EN, VIII, 1, 1155 a 3-32).
Me parece que en estas primeras líneas del libro VIII se encuentran cifradas dos de las principales tesis de Aristóteles acerca de la amistad: una, que la verdadera amistad es necesaria para ser feliz, y la otra, que la verdadera amistad sólo es posible para los virtuosos (es decir, para los hombres buenos).
Este párrafo esboza, además, una tercera tesis que no trataremos en esta ponencia, porque parece estar menos ligada a la esencia misma de la amistad perfecta, a saber, que la unidad de una sociedad (familia o polis o empresa, etc) se debe a la amistad, y cuando la amistad se corrompe, se acaba la sociedad humana y comienza la servidumbre o la guerra.
Expondremos la doctrina aristotélica de la amistad en el siguiente orden:
1. primera parte: definición de amistad y sus especies;
2. segunda parte, las causas de la amistad;
3. tercera parte, los efectos propios de la amistad;
4. cuarta parte: la necesidad de amistad verdadera.
PRIMERA PARTE: FORMALMENTE ¿QUÉ ES LA AMISTAD?
En primer lugar, Aristóteles da por sentado que la amistad es un modo de amor: es philia, distinto del eros o amor pasional.
¿Qué características tiene, pues, el amor de amistad?
“Se define al amigo como el que quiere (ton boulómenon) y hace el bien (o lo que parece un bien) por causa del otro, o el que quiere (ton boulómenon) que su amigo exista y viva por amor del amigo mismo” (IX, 4).
Desglosando esta definición de la amistad vemos que:
1 - Quiere que su amigo exista y viva, por causa del amigo mismo, y no por otros motivos ajenos. Este amor de amistad hace que cada uno perciba a su amigo como “otro yo” (IX, 4, 1166 a 30-31).
El amigo se complace en el ser y la vida de su amigo como se complace en la suya propia.
2 - El amigo quiere bienes para su amigo, y los quiere por amor del amigo mismo y no por un interés ajeno. Esto es lo que Aristóteles llama “benevolencia” (eunoia) (VIII, 2).
3 - La amistad implica reciprocidad. (VIII, 2). Esto significa que ambos amigos quieren el bien el uno del otro y se complacen el uno en el otro.
Si no existe reciprocidad, se puede hablar de benevolencia o de beneficencia, como una buena actitud hacia el otro, propicia para generar una amistad, pero no de amistad en un sentido propio.
- Por este motivo, la amistad sólo puede darse entre seres humanos (cap. 2), no hay amistad con cosas inanimadas, ni con animales irracionales, porque no pueden querer racionalmente ni pueden devolver querer por querer, ni pueden comprender el amor que el otro tiene por ellos.
4 - el querer recíproco debe ser conocido por ambos, de otro modo, aunque la benevolencia sea mutua no puede darse el querer más propio y definitivo de la amistad.
Finalmente, puesto que la amistad es amor (philia), el objeto propio del amor de amistad es lo amable (to phileton), es decir, lo que puede despertar algún amor. El amigo ama a su amigo en cuanto reconoce en éste “lo amable”.
No obstante, Aristóteles advierte que “lo amable” puede ser de tres maneras: lo útil, lo placentero y lo bueno.
De esto se deduce que pueden existir TRES ESPECIES ANÁLOGAS DE AMISTAD, en conformidad con “lo amable” que el amigo ame en su amigo, a saber, la amistad por utilidad, la amistad por deleite sensible o la amistad honesta.
Estas tres especies son análogas pues la razón perfecta de amistad no se cumple en las tres, sino exclusivamente en la amistad honesta.
Veamos un poco en qué consiste cada una:
A - la amistad por utilidad o interesada, es aquella en que se quiere el bien del otro en vistas de la utilidad o provecho que el otro reporta. Por ejemplo: quiero que mi amigo viva, esté fuerte y saludable porque me defiende de los asaltantes en el camino, o me ayuda a realizar los trabajos difíciles. Observa Aristóteles que este modo de amistad se da con más frecuencia en los ancianos.
B - la amistad por placer es aquella en que se quiere al otro porque esto le reporta algún agrado o placer. Este ‘placer’ significa ampliamente cualquier tipo de agrado, y no sólo se refiere al placer venéreo; por ejemplo, una persona simpática o divertida en su trato, o de buenas ocurrencias, o hermosa y agradable de mirar, etc. Este tipo de amistad es propia de los jóvenes o de personas inmaduras que se dejan guiar por sus pasiones y buscan en todo y principalmente el placer sensible.
En las amistades por interés o por placer, lo realmente amado no es el amigo en sí mismo, sino otras cosas que accidentalmente éste tiene, con lo cual no se cumple perfectamente lo esencial de la amistad.
Este tipo de amistades son fáciles de disolver: se acaban cuando se acaba la utilidad o el deleite que implicaba el amigo.
C – En contraposición, “la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud”. (EN, VIII, 3). La amistad honesta es aquella en la que se quiere lo bueno en sí mismo, y no la utilidad o el deleite sensible. Para Aristóteles “lo bueno” es la virtud, esto es, el modo de ser del hombre que se ha hecho perfecto en cuanto hombre. De manera que en la verdadera amistad, cada amigo ama a su amigo porque es virtuoso, porque ha realizado en sí mismo la plenitud de la naturaleza racional.
La amistad honesta es, entonces, el modelo y paradigma de amistad, y los otros modos de amistad se dicen tales en tanto y en cuanto se parecen a la amistad honesta, o tienen algunos elementos de ella. Veamos cuáles son las propiedades de la amistad honesta:
- cada amigo es virtuoso. La amistad honesta sólo puede establecerse entre personas virtuosas, porque el virtuoso es, precisamente, el que ama la virtud, ya la encuentre en sí mismo, ya en otro.
- Porque es virtuoso, el verdadero amigo es bueno en sí mismo: es bueno en sentido absoluto u objetivo, con independencia de los amigos que tenga, pues en sí mismo está la perfección de su propia naturaleza.
- Pero además, es bueno para su amigo: cada amigo es útil para su amigo y agradable.
Por una parte, los amigos verdaderos son ‘útiles’ porque se procuran mutuamente el bien (especialmente el de la virtud); y por otra, también son agradables, porque la persona virtuosa es, en sí misma, agradable y, por añadido, es agradable por ser amigo. De modo que en la amistad honesta se cumplen máximamente las cualidades de utilidad y deleite (aunque el amigo no quiera el bien de su amigo por ellas, sino por el amigo mismo).
- es permanente, porque se apoya en la virtud de ambos, y la virtud es, por esencia, algo estable, que difícilmente cambia.
- requiere tiempo y trato: porque es preciso que se conozcan el uno al otro, y se hayan probado mutuamente como dignos de afecto y confianza. El deseo de amistad surge rápidamente, pero la amistad no. (VIII, 3).
-- todo está igualado en ella: los dos amigos reciben beneficios semejantes el uno del otro: semejanza en querer, en utilidad y en agrado. (VIII, 4, 1156b 35-36). De modo que esta igualdad hace más estable el mutuo querer.
- Entre los amigos verdaderos se da plena confianza, la imposibilidad de agraviarse y su amistad está fuera del alcance de la calumnia, porque no se cree fácilmente las críticas contra alguien que uno ha probado por mucho tiempo.
Evidentemente, tales amistades son poco frecuentes porque no son muchos los hombres virtuosos y por el tiempo que supone forjarlas. Debido a esto, lo normal es que tengamos pocos “amigos” en el sentido más propio del término, quizás uno solo, si es que tenemos alguno.
SEGUNDA PARTE: CAUSAS DE LA AMISTAD
¿Cómo se genera una amistad? O más precisamente, ¿cuáles son los fundamentos de una amistad y principalemente de la amistad honesta?
Tales fundamentos (o causas de la amistad) son:
1 - lo amable que hay en el amigo:si la amistad es un modo de amor, el amigo debe captar algo amable en su amigo. En la amistad honesta, lo amable es principalmente la virtud del otro. (cf. VIII, 3, 1156 b 19-20)
2 - la semejanza (homoiosis) o igualdad : “toda amistad… se apoya en una semejanza” sostiene Aristóteles (VIII, 3, 1156 b 20-21; cf. VIII, 5 y 7 y 8) Se trata de una igualdad “cuantitativa”, por la cual los amigos se parecen entre sí: ya sea en virtud, en dignidad, en naturaleza, en crianza, en familia, etc. En definitiva, como base para generar una amistad se requiere una previa semejanza entre los futuros amigos, de tal manera que cada uno pueda percibir al otro como “otro yo”
3 - la comunidad (koinonía) es, por consiguiente, causa de la amistad: “la amistad existe en comunidad” (VIII, 9), sostiene el Filósofo, y también: “la comunidad (koinonía) es la base de toda amistad” (VIII, 12).
Los amigos lo serán en cuanto tengan algo en común: si no hay algo en común no es posible que haya amistad (cf. VIII, 11), porque no hay semejanza sobre la que fundamentar un amor al otro como a “otro yo”. En otros términos, la comunidad es causa de la semejanza, y la semejanza es causa de la amistad.
Aquello común es un bien que ambos aman y poseen: la naturaleza humana, la raza, la ascendencia, la patria, el negocio, el oficio, los hijos, la virtud. Lo que es común puede ser una característica natural (por ejemplo, la ascendencia común, la crianza juntos, la inclinación a vivir en pareja, etc) o una adquirida como por cierto acuerdo (por ejemplo: la comunidad de una empresa o de un oficio, como la que hay entre compañeros de navegación). (VIII, 12). Cuanto más profundo y estable sea el bien que los amigos tengan en común, más profunda y estable será su amistad.
Aparece ahora una cuarta causa que es como razón última de las dos anteriores:
4 - el amor a uno mismo.
Afirma Aristóteles “Lo amistoso para con los demás y las notas que definen las diversas amistades parecen derivarse de lo amistoso para con nosotros mismos” (IX, 4).
Siendo el amigo como una prolongación de uno mismo, amamos al amigo de la misma manera que nos amamos a nosotros. En este sentido el amor a uno mismo es ‘causa y raíz’ de la amistad con los demás. Sin embargo, ya en Aristóteles encontramos distinciones importantes respecto a este ‘amor de sí’:
Existe un “amor a sí mismo” bueno y un “amor a sí mismo” malo. El amor a uno mismo ‘bueno’ es el propio del virtuoso, y no puede identificarse con el egoísmo. Sobre este amor ‘virtuoso’ hacia sí mismo, se puede fundar una amistad verdadera y virtuosa.
El mal “amor a sí mismo” es el que los malvados o viciosos tiene respecto de sí; sobre este amor malo sólo se pueden fundar malas amistades y, por ello, mediocres o falsas, porque cada amigo amará al otro como se ama a sí mismo: mal.
Resumamos esta descripción del amor a uno mismo, que tantas implicancias puede tener para psicología y la psiquiatría.
El buen amante de sí mismo: - ama, por sobre todo, los bienes de la razón: la sabiduría y todas las acciones que son conforme a la razón: la justicia, la honestidad, la templanza, la valentía. En este sentido, ama lo mejor de sí mismo, que es la razón.
- interiormente hay unanimidad y orden en sus apetitos, de modo que en su intimidad reina la paz.
Además se place de estar consigo mismo, porque encuentra dentro de sí, respecto de su pasado, el recuerdo de cosas buenas y de acciones bellas, y respecto de su futuro, proyectos nobles y laudables; y en el presente, hay en su mente conceptos elevados y pensamientos dignos de contemplación. De esto se deduce que el hombre bueno no rehuye completamente la soledad y el silencio, que le permiten la meditación reposada de las más altas y hermosas reflexiones.
No sufre de remordimientos, porque lo que antes le parecía bueno lo hizo, y ahora le sigue pareciendo bueno; y lo que le parecía malo, lo evitó, y ahora le sigue pareciendo malo.
- exteriormente, vive en paz con todos, pues está dispuesto a ceder todos los demás bienes a los demás, sobre todo a sus amigos: sus bienes materiales, los honores, el poder e incluso su propia vida, si fuera preciso. Y no ahorra sacrificios en vista de las acciones más virtuosas.
Por el contrario, el malo interiormente no puede reposar consigo mismo ni soporta encontrarse en soledad, vive en continua agitación porque todo en sus tendencias y deseos es contradictorio e inestable, de modo que no puede complacerse en sus elecciones porque las mismas cosas a veces le agradan y a veces le desagradan o elige lo que acaba dañándolo, y no encuentra en sí mismo buenas disposiciones ni paz ni nada que pueda serle verdaderamente agradable, sino sólo remordimiento y culpa. En cuanto a los demás, su convivencia es intranquila y llena de temores porque siempre disputa los bienes inferiores, y su amistad inestable pues cambian continuamente sus disposiciones respecto a sí mismo y a los demás.
Tras todo lo dicho, parece manifiesto la razón por la cual la verdadera amistad sólo es posible entre los virtuosos: porque sólo el amigo virtuoso amara en su amigo lo objetivamente amable, que es la virtud de su amigo, y en consecuencia, sólo el virtuoso sabrá amar al amigo por lo que el amigo es, y no en vistas de placer o utilidad. O mejor dicho, el único placer que buscará es el de ver y sentir que su amigo es bueno, y la única utilidad, la de poder hacer bien a su amigo y poder hacer el bien junto con su amigo.
TERCERA PARTE: EFECTOS DE LA AMISTAD
Cada persona está interiormente dispuesta para sentir y tratar a su amigo de la misma manera (o de manera semejante) como se siente a sí mismo y se trata. Esta interna disposición impulsa a cada amigo a ciertos sentimientos y ciertas acciones con su amigo o respecto a su amigo. Tales efectos u operaciones propias de la amistad se encuentran de manera perfecta en la amistad honesta y, en cierta proporción o semejanza en los otros modos de amistad.
- En primer lugar, como se mencionó al comienzo, el amigo se complace en su amigo y lo ama con amor de amistad (philein), y así mutuamente. El querer o amar (phílesis) es el acto propio y la virtud de los amigos (cf.VIII, 8 1159 a 33-35)
- En segundo lugar, los amigos quieren (boulontai) bienes para el amigo por el amigo mismo. Este querer es por elección libre y no por causa de una pasión o impulso instintivo (cf. VII, 5). En otras palabras, la amistad es causa de benevolencia para el amigo.
- Tercero, la convivencia: “nada hay tan propio de los amigos como la convivencia” (VIII, 5). Por eso los amigos deben ser agradables de tratar, pues nadie soporta estar mucho tiempo con una persona de carácter agrio. Convivir significa “pasar el tiempo juntos” (VIII, 5), pero no como el ganado, que están juntos por el hecho de pacer en el mismo lugar, sino que es pasar el tiempo juntos en intercambio de palabras y pensamientos (cf. IX, 9).
- Cuarto, la beneficencia: el amigo no solo quiere el bien para su amigo, sino que lo realiza de hecho, todo cuanto le es posible. Tal beneficencia se refiere no sólo a las cosas útiles y a las deleitables, sino sobre todo, al bien de la virtud: el amigo quiere que su amigo siga siendo virtuoso y lo sea aún más, por eso, el amigo impide que su amigo realice actos malos, lo corrije si va por mal camino y le estimula a las acciones nobles y virtuosas (cf.VIII, 8). (cf.IX, 3)
- la concordia: (IX, 4) La concordia es unanimidad de opinión y de deseo respecto a lo que se debe hacer: todos piensan y desean lo mismo y respecto del mismo, y en cosas importantes.
Dice Aristóteles:“Esta clase de unanimidad se da en los buenos, pues estos están de acuerdo consigo mismo y entre sí, y teniendo, por así decirlo, un mismo deseo (…), quieren a la vez lo justo y lo conveniente y a esto aspiran en común. En cambio, en los malos no es posible la unanimidad excepto en pequeña medida, lo mismo que la amistad, porque todos aspiran a una parte mayor de la que les corresponde en ventajas, y se quedan atrás en los trabajos y servicios públicos. Y como cada uno de ellos procura esto para sí, critica y pone trabas al vecino, y si no se atiende a la comunidad, ésta se destruye. La consecuencia es , por tanto, la discordia entre ellos al coaccionarse unos a otros y no querer hacer espontáneamente lo que es justo” (EN, IX, 6).
Notemos, entonces, que en la amistad ocurre algo semejante a lo que ocurre con los hábitos: la amistad se genera y se conserva por la misma especie de acciones que ella misma produce. Así, si la amistad brota entre semejantes, esa misma amistad ya generada aumenta la semejanza y la comunidad; si la amistad requiere cierta disposición benévola para con el otro, una vez establecida la amistad, la benevolencia se acrecienta, y así ocurre claramente con todos los efectos propios de la amistad.
CUARTA PARTE: NECESIDAD DE LA AMISTAD
¿El hombre feliz necesita amigos?
El hombre feliz ya tiene todo lo necesario para la vida y no le falta nada, de modo que podría parecer que no necesita amigos que le ayuden a obtener lo que le falta.
No obstante, Aristóteles intuye que el hombre feliz debe tener amigos pues si no es propio del hombre vivir en solitario, mucho menos puede serlo del hombre dichoso. El hombre es un ser social, y naturalmente apto para la convivencia (IX, 9). Si el hombre feliz tiene todos los bienes que corresponden a la naturaleza, entoncer, debe tener amigos, y amigos virtuosos.
- además, es mejor y más noble hacer el bien a los amigos que a los extraños y desconocidos, de modo que el hombre feliz necesita amigos a quienes favorecer, para realizar así las acciones más nobles (IX, 9)
Casi al final del libro IX, el Filosófo realiza un análisis metafísico de los fundamentos de la amistad: la razón de la amistad debe buscarse en la naturaleza misma del ser humano.
Aristóteles sostiene que el hombre feliz necesita de amigos justamente porque el hombre feliz es bueno: se goza en la virtud y en las acciones virtuosas. Así, puesto que el amigo es “otro yo”, las obras buenas del amigo serán gozo y alegría para su amigo como si las hiciera él mismo.
Pero el Filósofo todavía no queda satisfecho: la causa de que el feliz necesite amigos buenos está más profundamente arraigada en el ser del hombre. La razón de necesitar amigos es la tendencia del hombre al ser. El ser y la vida son buenos y amables de suyo – afirma el Estagirita-, y por sobre todo el ser y la vida de quienes son buenos. Todos aman, en algún grado, su propio ser y su propia vida, y los buenos la aman sobremanera, porque su ser y su vida son plenamente buenas. De aquí que todo hombre –más aún los buenos- se gocen en su propia actividad (energeia), porque en su propia actividad se perciben y se entienden siendo y viviendo.
“Y si el darse uno cuenta de que vive es agradable por sí mismo (porque la vida es buena por naturaleza y el darse cuenta de que uno tiene en sí un bien es agradable), y si la vida es deseable y sobre todo para los buenos, porque el ser es para ellos bueno y agradable (ya que se gozan en la conciencia que tienen de lo que es bueno por sí mismo), y si el hombre bueno tiene para el amigo la misma disposición que tiene para consigo mismo (porque el amigo es otro yo), lo mismo que el propio ser es apetecible para cada uno, así lo será también el del amigo, o poco más o menos” (IX, 9).
Esto significa, por una parte, el ser del hombre virtuoso es bueno y amable, y por eso, le resulta agradable percibirse existiendo y actuando; y por otra parte, el amigo es como otro yo, de modo que el ser del amigo también es bueno y amable, y es grato percibir que el amigo es y actúa.
Ahora bien, si para percibir el propio ser debemos realizar operaciones, también para percibir el ser y la bondad del amigo debemos tener experiencia de sus acciones, percibirlo actuando ¿Y cómo se logrará esto si no hay convivencia, e intercambio de palabras y pensamientos? Así, por tanto, el feliz necesita vivir con sus amigos para que su felicidad sea más perfecta, de modo que no sólo perciba en sí mismo el bien de la vida y de la virtud, sino también en la existencia y el obrar de su amigo.
En conclusión, no parece que el análisis aristotélico manifiesta, la causa última de la amistad: el hombre tiene amigos porque el ser es bueno y amable en sí mismo, y más bueno y amable todavía para los que, mediante sus obras, han llegado a la plenitud de su propia naturaleza.
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