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La vida humana es una peregrinación
En el trayecto vamos experimentando muchas cosas positivas pero también sufriendo múltiples dificultades.


Por: Sandra B. Lindo Sominín | Fuente: Semanario Alégrate



El darle sentido a una peregrinación es tratar de aprovechar esos días para realizar una experiencia que nos ayude a reflexionar sobre nuestra fe y nuestra vida cristiana para renovarnos espiritualmente.

Vivimos en medio de ruidos que nos aturden y distraen. Durante el día estamos ocupados en mil cosas, en un activismo febril que nos impide o dificulta pararnos a pensar entrando dentro de nosotros mismos: desplazamientos largos, prisas en el trabajo, ruidos por las calles, infinidad de cosas que hacer, al final, siempre decimos lo mismo: “no tengo tiempo para nada” y cuando lo tenemos lo “llenamos” de más ruidos en los celulares o lo “matamos” sentados delante de las redes sociales o televisor.

Es muy importante en la vida, saber “pararse”, “hacer silencio”, “aislarse” y dedicar algún tiempo a pensar en uno mismo, entrar en el interior, encontrarse sinceramente a solas con lo que hay en el fondo de nuestro corazón: deseos, preocupaciones, fracasos, esperanzas… Es entonces cuando la vida, nos plantea problemas y dificultades que exigen nuevos retos. Pero todo esto también propicia la ocasión de renovar las motivaciones, depurar actitudes, consolidar esperanzas.

En la actualidad está muy de moda andar, viajar, recorrer caminos, hacer senderismo… Y se hace por muchos motivos: salud, cultura… Todos manifiestan las ventajas de todas estas actividades. Pero hay caminos que tienen un sentido especial, sobre todo, religioso. Son los que se dirigen a santuarios dedicados a la Virgen o algún santo, nos damos esa gran oportunidad de renovarnos espiritualmente y de crecer en la fe, al hacerlo dejamos por unos días nuestras ocupaciones habituales, nuestro trabajo, nuestras relaciones diarias. Quizás hagamos preparativos, pero no sabemos lo que encontraremos: sol, lluvia, frío, cansancio… Peregrinar es salir, dejar un lugar para dirigirnos a otro, a través de la peregrinación, podemos plantearnos las preguntas importantes que llevamos en nuestro interior y encontrar el verdadero sentido a la vida.

La vida humana es, sin duda, una peregrinación: tiene un inicio y un término. En el trayecto vamos experimentando muchas cosas positivas pero también sufriendo múltiples dificultades. En cada experiencia en nuestros recorridos pequeños o largos al peregrinar, seguramente tengamos días y momentos de gozo y alegría. Pero no faltarán también situaciones adversas pero con Dios todo lo podemos.









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