Fecha para reflexionar: día de la madre
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net
Hay una digamos rutina anual para celebrar el día de la madre. En México sabemos es el 10 de mayo, pero en otros países varía, como en los Estados Unidos y más que es el segundo domingo de mayo. Pero en México la fecha es notablemente importante y sirve para hacer elogios sobre la maternidad, alabar y reconocer la gran labor materna de la propia mamá, hacerle regalos, visitarla y llevarla a comer fuera de casa. ¿Y después?
No está mal que todo eso suceda, pero la insistencia social y religiosa de que la demostración de amor y reconocimiento a las madres no debe concentrarse en un día de todos los del año no está de más. Y no lo está porque en general las cosas no cambian. Se sigue con las grandes demostraciones a favor de las madres, de formas muy convencionales en una fecha en particular.
Y a las mamás no les gustan ciertas cosas, en especial que el resto del año no reciban el cariño que merecen, demostrado en hechos, no en palabras. Una cosa en particular que no les gusta son los regalos, ciertos tipos de regalos. Y la mercadotecnia se empeña en favorecer estos ciertos regalos. ¿De qué se trata? De que se les regalan cosas para la casa, en especial para la cocina. Desde estufas, refrigeradores hasta los más simples utensilios para cocinar. En alguna ocasión ya escribí: el 10 de mayo no es el día de las cocinas, es el de las mujeres que son madres. Y que, si se quiere regalar algo, que lo sea para uso y disfrute personal como mujeres.
No hay duda, gracias a Dios, que existen hijos que a través del año demuestran su amor a la madre que les trajo al mundo. Hay quienes están presentes aún telefónicamente todos, todos los días con su madre. Hay quienes se preocupan por sus necesidades, en especial por la de convivencia. Las personas somos seres sociales no anacoretas del desierto. Y cada mamá quiere sentir cerca a su hijos de la manera que puedan. Pero hay más aún.
Cada madre quiere ver que sus hijos son digamos buenas personas, responsables de todo lo que deben ser en sus vidas. Buenos hijos, buenos hermanos, buenos progenitores y hasta buenos abuelos. Esto, es lo más importante. Que sus hijos sean buenos hijos de Dios, buenos como familia, buenos ciudadanos, y buenos en todo los valioso que hagan en sus vidas. Verlos crecer, ser buenos estudiantes, y luego buenos trabajadores en lo que hayan podido formarse y hacer su vida. Cada madre y cada padre tiene el gran deseo es sentirse orgullosos por lo que hacen y logran sus hijos.
Las madres (y los padres) quieren que sus hijos escojan buenas parejas para hacer matrimonios. Que en esto tan vital no se equivoquen ni se dejen llevar por aspectos secundarios, como la belleza o la fama pública. Y, claro, que les den nietos. Ser abuelas es una aspiración prácticamente de cada madre de familia.
Pero vayamos a la realidad de las madres que se van haciendo viejas o se van quedando solas por viudez u otras razones. Y esto va de la mano también con los maridos de las mamás, es decir con los padres de familia. Cuando se van haciendo viejos ambos y tienen necesidades que cubrir, que van desde cuidado de la salud, dineros suficientes para los gastos diarios hasta un sitio digno para tener un hogar seguro y adecuado. Esto es lo que el día de la madre no cubre, el cuidado de los padres mayores y en especial ya ancianos, con limitaciones personales hasta de movimiento, y que cada diez de mayo los hijos deben recordar, al igual que el día del padre en junio.
Es muy fácil decir “mamá ¡te quiero mucho!”. Pero no es fácil demostrarlo con hechos y no solo con palabras, las propias ocupaciones de vida hacen que eso se deje “para luego”. Y también es cierto que todo se complica en la vida, pero si se tienen las prioridades correctas se atiende en lo posible a los papás, madre y padre. Las acciones de amor filial se deben dar siempre, de una forma u otra, no sólo en una fecha especial del calendario. Ahora bien, que cada mamá espera con cierto entusiasmo el día de la madre, con todo lo que significa, es cierto, y justificado. Hay que celebrarlo.
Pero no es preciso que las madres y padres se hagan viejos para atender sus necesidades y esperanzas respecto a sus hijos (y nietos). Desde niños se debe aprender a ser cariñosos con madres y padres, ayudarles en lo necesario de la vida diaria familiar. Demostrarles que sus cuidados y sacrificios por los hijos son no solamente agradecidos por éstos, sino demostrados en esfuerzos de todo lo que se espera de ellos, desde niños, adolescentes, jóvenes y adultos, buenos hijos de Dios y buenos en todo.
Así, el día de la madre debe ser no el día especial por único, sino el de reflexionar sobre los deberes filiales, y que dichas reflexiones se conviertan en trato amoroso (en hechos) durante todo el año, ello sin dejar de darle al 10 de mayo la importancia que todos esperan que sea, fecha especial de cariño filial, y hasta marital.
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