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San Antonio María Zacaría

No son los sanos los que necesitan de médico. Yo quiero misericordia y no sacrificios
Meditación al Evangelio 4 de julio de 2024 (video)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Si hoy unimos las dos lecturas que nos presenta la liturgia encontraremos una rica reflexión que nos ayudará a examinar nuestras actitudes. Mientras en el Evangelio, ante las críticas que le hacen los fariseos por su cercanía con los pecadores, Jesús reafirma las palabras que anunciaban los profetas: “Misericordia quiero y no sacrificios”, el profeta Amós lanza una severa crítica a quienes se aprovechan de la religiosidad para cometer injusticias.

Al mismo tiempo que ofrecen sacrificios, acusa, disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse…” Sí, es una afirmación hecha siglos antes que Cristo anunciara su evangelio. Pero es una situación que el mismo Cristo vuelve a denunciar y a criticar fuertemente. Y es una situación que hoy vuelve a hacerse presente. Ya los obispos en Aparecida reclaman que nuestro continente a pesar de ser una inmensa mayoría católica, está lleno de injusticias, desigualdades y miseria. Y el Papa Francisco nos pide que el Año Santo 2025 que estamos preparando, no se quede en buenos deseos y en palabras bonitas, sino que transforme nuestro corazón y nuestra sociedad.

No se puede decir que se es cristiano cuando no se ha luchado por superar todas estas incongruencias. No se puede decir que se ama a Dios y a Jesús, cuando no miramos por el hermano. Es fácil criticar como lo hacían los fariseos y decir que los demás cometen pecados, pero es más difícil reconocer que, entre nosotros mismos por desgracia, ha entrado el pecado, la ambición y la injusticia. Podemos lanzar la piedra y acusar a los otros, pero esto no justifica los pobres esfuerzos que hacemos por cambiar la situación.

Jesús acusó a los fariseos, pero también hoy nos llama la atención. Igual que a Mateo nos hace una invitación a no quedarnos sentados en la mesa de nuestro egoísmo y nuestra comodidad, sino que afrontemos el riesgo de construir una mesa común donde todos puedan sentarse con dignidad a participar del mismo pan.

Seguir a Cristo implica lucha contra la injusticia y la corrupción. Significa asumir un compromiso serio en la construcción del Reino.









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