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Sufrir y alegrarse con el otro: La compasión
la compasión es sufrir y alegrarse con el otro. Es experimentar los mismos sentimientos del otro y comprenderlo en su tristeza y dolor. El corazón de Dios es un corazón


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net



Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos momentos de nuestra vida, con aquellos que han caído en desgracia y los desvalidos. Compadecerse es una forma de compartir y participar de los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas.
Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar qué sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia.
Por otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la indeferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar.
Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Somos compasivos cuando visitamos a un amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad y no nos quedamos en la simple lamentación de su estado, sino que estamos también pendientes de su recuperación.
Se ve en la reacción comprensiva de un padre o madre de familia ante las faltas de los hijos por inmadurez o descuido y reprenden, animan y confían en su actitud de cambio.
En los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en sus juegos.
Con la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores como la generosidad y el servicio por poner a disposición de los demás tiempo y recursos personales; la sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; la solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; la comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.
La compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, por lo que evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente.
La compasión va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, indolencia y egoísmo.







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